COTO DE PESCA RIOSECO DE TAPIA

Tanto las características del propio río Luna, como los parajes por los que discurre el coto de Rioseco de Tapia, hacen de él un escenario de espectacular belleza donde tentar a las pintonas se convierte en un sueño para el pescador con mosca. Sí a todo ello añadimos que es de los pocos cotos trucheros de León donde aún es posible capturar alguna trucha legendaria, hay motivos más que suficientes para visitarlo.


El acotado de Rioseco de Tapia dispone de un marco casi incomparable con orillas adornadas de todo tipo de árboles frondosos y vejetación subacuática.

El coto de Rioseco de Tapia se encuentra aguas abajo del "Pantanín de Selgas" en el río Luna, por ello algunos días de la temporada de pesca se ve afectado por las sueltas de agua del embalse, aunque casi siempre pescable gracias a que desvía parte del agua al canal de riego. 

El coto de Rioseco nunca ha destacado por ser un coto puntero, permaneciendo siempre en segundo plano dentro del entramado piscícola de la provincia leonesa, al menos en comparación con otros cotos de su mismo grupo de primera categoría, grupo al que perteneció durante mucho tiempo. 

En sus mejores años, a principios de la década de los ochenta, contaba con la particularidad de ser un coto consorciado con la Federación Provincial de Pesca y los permisos para pescarlo se adjudicaban a través de las entonces sociedades colaboradoras locales como eran La Venatoria y Riomonte. Gracias a ello y por pertenecer a la sociedad de Riomonte, tanto en su sección de caza como de pesca, tuve la opción de pescar Rioseco en muchas ocasiones y puedo asegurar que este coto estaba a la altura de cotos con mayor renombre como Las Salas, Valdoré o Remellan por citar algunos.

Personalmente siempre he considerado el coto de Rioseco como uno de los mejores cotos de pesca de León, al menos desde el punto de vista del tamaño de sus truchas y la belleza del río, sin desmerecer por supuesto al resto de los cotos leoneses. 
En la década de los ochenta, el tamaño medio de las truchas en este coto era espectacular, siendo uno de los tramos donde capturar ejemplares por encima del kilo no resultaba excepcional. Desgraciadamente, su población de truchas se vio drásticamente reducida, entre otras causas por la enfermedad de la saprolegnia, por la colonización de sus aguas por el lucio y por el brutal furtivismo al que era sometido a diario. 

La enfermedad de la saprolegniosis no se debió a las repoblaciones que se hicieron en los ríos leoneses con alevines de trucha común procedentes de las piscifactorías de La Coruña y Lugo, sino como consecuencia de vertidos incontrolados al río Porma. 

La enfermedad se detectó en el año 1980, muy localizada en la zona aguas abajo del pantano de Vegamián, abriendo por parte del Icona expedientes sancionadores en más de 200 puntos. Se cerró la piscifactoría de Palazuelo de Boñar como foco principal de vestidos y contaminación de las aguas. 

En ese mismo año, a finales de diciembre y principios de enero de 1981, apareció en el río Órbigo la gran mortandad de truchas en el tramo comprendido entre Santa Marina del Rey y Carrizo de la Ribera.
 
El acotado de Rioseco; pletórico en el pasado, olvidado en el presente.  

Me dan ganas de llorar recordando las miles de hermosísimas truchas de este tramo del río Luna que terminaron en el vertedero, otras trasladadas a destinos ignorados por los pescadores, algunas arponeadas y electrocutadas por los furtivos y otras muchas en los estómagos de lucios, cormoranes, garzas y nutrias.

UN POCO DE HISTORIA 

En la década de los setenta y principios de los ochenta, las tablas de este tramo del río Luna y el tramo por encima del "pantanín" hasta La Magdalena, se llenaban de grandes truchas salvajes para desovar, formando unos frezaderos inmensos por la cantidad de truchas que lo conformaban. 

Todo esto también se podía ver por debajo del puente de Santibañez de Ordás (limite inferior del coto), hasta el punto que había unas tablas frente al pueblo de Santa Maria de Ordás en que se alineaban los pescadores en ambas orillas ocupando cada espacio disponible para lanzar sus cucharillas que dejaban profundizar para a continuación dar con la caña un potente tirón para enganchar a las truchas por cualquier parte del cuerpo. ¿Cuantos pescadores acudían a estas carnicerías? Cincuenta, tal vez cien, doscientos... ¡muchos! Cada metro uno, había tantos que los aparejos se enredaban unos con otros formándose grandes trifulcas entre los pescadores.

Mientras tanto, el ICONA (Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza) habría la veda al mismo tiempo en todos los ríos, sin tener en cuenta el desove de las truchas, no les importaba derrochar cientos de grandes progenitores y miles de huevas. La veda por aquel entonces se habría cuando aún estaban muchísimas truchas en los frezaderos que al ser capturadas desovaban en las manos de los pescadores. 

Después de que las truchas pagaban su tributo al desconocimiento administrativo, quedaba el río "tranquilo", limpio y dispuesto para recibir la eclosión de la inmensidad de huevas que habían quedado en los frezaderos, dando la bienvenida a los nuevos alevines. 
Observar desde cualquier lugar la cantidad de truchas que había, era un deleite y se te ponían los ojos como platos viendo la capacidad que este río tenía para mantener miles de hermosísimas truchas salvajes dentro de un ecosistema casi perfecto. 

Hoy por desgracia nada queda de todo aquello. Los ríos ya no son los mismos, las truchas tampoco. Muchas familias de insectos acuáticos han desaparecido, otras  apenas tienen presencia, y los pocos pescadores que aún quedan, ni siquiera se saludan cuando se cruzan. La pesca entonces era otra cosa, era más natural, se vivía con más intensidad y con más ilusión que ahora.

PERO SIGAMOS         

A principios de la década de los ochenta, el lucio era un pez prácticamente desconocido en León. Los cursos fluviales de la provincia albergaban una importante población de truchas grandes y salvajes cuyo principal enemigo era por aquel entonces además del furtivismo el hongo de la saprolegnia que favorecido por la incipiente contaminación de las aguas diezmaba las poblaciones de truchas, especialmente de las más grandes. Este hongo maldito corroía la piel de las pintonas y aparecía en forma de grandes manchas blanquecinas que en la mayoría de los casos provocaban la muerte de la trucha y en otros las debilitaba extraordinariamente.

En pocos años la mortandad redujo considerablemente las poblaciones trucheras de los principales ríos leoneses, sobre todo en sus cotos más emblemáticos. Con la sorprendente aparición de los lucios, llovía sobre mojado y muchos pescadores nos temimos lo peor. En pocos años la densidad del lucio fue tan brutal que acabó primero con las bermejuelas, luego con las bogas y más tarde con las truchas. Tan solo algunos peces de fondo como los barbos y gobios resistieron a duras penas las embestidas del "tiburón del río".

Ante la alarmante proliferación de este voraz pez, el ICONA recurrió a la pesca eléctrica. Los cientos y cientos de kilos de lucios que salieron de este tramo de Rioseco permitieron comprobar la auténtica dimensión del problema. En este tiempo, conseguir pescando a caña en un solo día una docena de lucios, algunos de más de seis kilos, era bastante sencillo para los escasos aficionados que se habían especializado. 

Las tiendas de pesca que por aquel entonces eran muchas en León, comenzaron a vender peces de vinilo, rapalas, cucharillas para lucios con cuerpos de plomo y lana roja. Algunos pescadores con mosca empleaban streamers atados a terminales acerados y bajos trenzados para que los afilados dientes de este temible pez no rompiesen el sedal. Nadie en aquella época podía pensar ni siquiera soñar que una especie como el lucio iba a resultar tan "mosquera". La presión que se ejerció sobre el lucio por parte de los pescadores fue tal que en pocos años consiguieron lo que la administración no había logrado: controlar la proliferación de estos voraces peces.

Aprovechando la escasez de truchas, la captura de grandes lucios comenzó a cautivar a muchos pescadores tanto de cebo natural como de otras artes de pesca y, aunque el pez era poco luchador, compensaba su poca pasión con su peso y su fiera presencia. Algunos pescadores se apasionaron por la arrancada y el ataque fulgurante de este pez al señuelo, otros en cambio por el interés gastronómico. Sin embargo, el interés deportivo no coincidía con el interés gastronómico, en todo caso y en aquellos primeros años, nadie devolvía un lucio al agua, siendo frecuente ver ejemplares colgados de las ramas de los árboles en las orillas de los ríos.

La situación actual del lucio en este coto dista mucho de aquellos años, si acaso algún pequeño ejemplar se deja ver entre la vegetación subácuatica de sus múltiples tabladas de aguas tranquilas. Sin embargo, este pez sigue manteniendo poblaciones estables en el bajo Esla y el bajo Órbigo. Finalizada la temporada hábil de pesca de la trucha son muchos los aficionados que buscan al lucio en estas zonas bajas donde se puede practicar la pesca durante todo el año y donde todavía conserva presencia activa.

SIGAMOS CON LA HISTORIA DE NUESTROS RÍOS 

Con los ríos prácticamente esquilmados, la administración se volcó en repoblarlos con truchas de dudosa procedencia. Sin embargo, otra invasión imprevista se cernía sobre los cielos de nuestra provincia. Eran pájaros extraños, como si de marcianos con alas negras y picos como puntas de flechas se tratase. Ningún pescador por estas tierras había visto nunca a estos aerodinámicos pájaros, negros como la misma mala reputación que los perseguía en otras regiones, extraordinarios nadadores y formidables pescadores de peces, lo que parecía definitivamente la "puntilla" para los maltrechos ríos leoneses.

Entre las masivas repoblaciones de truchas y las que aún quedaban en el río, la década de los noventa hasta la temporada de 1997 fue extraordinariamente fructífera en capturas, tanto en cantidad como en el tamaño de las truchas. Fue sin duda una época maravillosa. A partir de la temporada de 1997, los ríos regulados leoneses perdieron en un par de años aproximadamente el 80% de su población truchera. Las repoblaciones masivas dieron entonces paso a repoblaciones puntuales. Los ríos naturales aguantaron unos años más, pero también sucumbieron al desastre.  

La administración ya no sabía que hacer para remediar en parte los maltrechos ríos leoneses. Se repoblaban con truchas autóctonas nacidas en cautividad, en la piscifactoría de Vegas del Condado a partir de líneas salvajes con ADN propio de las aguas de cada cuenca. Al hacer el muestreo anual o bienal, la realidad es que la gran mayoría de las truchas repobladas habían desaparecido. 

Y así, llegamos a nuestros días con repoblaciones puntuales aquí y allá para mantener ocupados a los pescadores, mientras los ríos siguen degenerándose.   
   
Límite inferior del coto de Rioseco.

UN RECORRIDO POR EL COTO, EMPEZANDO POR EL LÍMITE INFERIOR 

El coto de Rioseco comienza en su límite inferior en el puente de Santibañez de Ordás. En esta zona baja, el cauce es estrecho con predominio de corrientes de pequeño y mediano tamaño. La vegetación tanto subácuatica como de ribera es muy abundante en primavera y verano, lo que proporciona mucha defensa a las truchas. Este aspecto será denominador común en los cinco kilómetros y medio del coto. 

Esta parte baja quizás sea la que menos opciones nos ofrezca de pescar ejemplares grandes. Por el contrario, truchas de entre vente y treinta centímetros son relativamente abundantes y constituyen la mayoría de las capturas, aunque si la suerte nos acompaña también las pescaremos mayores. Si las truchas están activas podremos mover ejemplares en muchos de las incontables posturas que veremos : pequeñas corrientes, cabeceros, pequeños brazos de río, etc. Hay cientos de tiradas donde tentar a las pintonas.


Trucha capturada a ninfa en la zona baja del coto. 


Zona baja del coto.  


Zona baja del coto. Fotografía tomada en el mes de septiembre.  


Aproximadamente, a un kilómetro y medio del límite inferior está por la margen derecha caminando aguas arriba el pueblo que da nombre al coto, Rioseco de Tapia. Un poco antes de llegar al mismo hay un puerto, la tabla por encima del puerto de aguas lentas y con mucha vegetación subácuatica, antaño poblada por grandes monstruos, es uno de los puntos a tener en cuenta. Es una de las zonas del coto donde hace años se concentraban los pescadores con la intención de capturar alguna trucha legendaria. Actualmente no guarda tantos ejemplares como entonces, pero sigue dando alguna alegría que otra.

Aguas arriba del cabecero de esta tabla el río gira noventa grados a la izquierda entrando en una zona de suaves corrientes y poca profundidad, ideal para pescarlo tanto a seca como a ninfa o en tándem. 

Un poco más arriba nos encontramos con dos brazos de río, ambos muy buenos, aunque ami personalmente siempre me gustó más el brazo derecho. Atención al cabecero donde se juntan estos dos brazos, pues es uno de los puntos calientes de esta zona, normalmente una zona generosa en capturas. Si el caudal no es excesivo, podemos pasar un buen rato en este tramo, incluso el día entero a poco que se muevan las truchas. 

Más arriba, veremos la caída de un segundo puerto. En los espumeros y corrientes que produce el salto, osea en el mismo colchón y aguas abajo, suele haber truchas de pequeño y mediano tamaño comiendo en superficie, aunque tampoco es raro clavar alguna trucha de mayor tamaño.

Zona de facíl acceso. Una de las zonas más pescadas del coto

Llegamos así a uno de los mejores tramos del coto, al menos desde mi punto de vista. Se trata de una tabla de aguas lentas que hay por encima de este segundo puerto. Una larga y profunda tabla, con mucha vegetación subácuatica que alberga entre sus aguas verdaderos ejemplares trofeo. Dependiendo del nivel del agua estará más o menos vadeable, o dicho de otra manera, accederemos a más o menos posturas de la misma. 

Ya en la misma rasera junto al salto de agua, se pueden ver truchas de buen tamaño, aunque otra cosa será engañarlas. Por lo general a lo largo de toda la tablada las truchas "escamadas" saben donde ponerse y frecuentemente lo aran fuera del alcance de nuestra mosca. No es extraño ver ejemplares rondando los dos kilos de peso a medias aguas o simplemente cebándose con una tranquilidad asombrosa. 

Aunque toda la tabla es buena, el comienzo de la rasera suele ser de los puntos más productivos. También el cabecero, una zona donde el río se estrecha un poco, es una zona generosa en capturas de buen tamaño.

Siguiendo aguas arriba tenemos una zona de aguas lentas, como si fuera la prolongación de la tabla inferior, seguida de una serie de corrientes que van a dar a una pequeña caída de agua. Aquí hay que poner especial atención a un pequeño pozo que hay aguas arriba junto a una gran roca en la margen derecha. Esta zona, debido al elevado caudal del río cuando el "pantanín" abre sus compuertas, suele ser la zona menos pescada del coto, lo cual se nota en el grado de confianza de las truchas a la hora de aceptar la artificial.

Pasarela, zona media del coto 

El estado de conservación de la pasarela es francamente lamentable

Posteriormente hay una serie de pequeñas corrientes muy productivas cuando el río baja con poco caudal, especialmente en los meses de primavera y verano. Por encima de esta zona de corrientes veremos un gran pozo cuya parte más profunda discurre por la margen izquierda. 

En el cabecero hay una pasarela de madera que no está en muy buen estado de conservación y es una zona muy productiva. Desde este punto hasta el puente de Tapia de la Ribera a Selga de Ordás, el río es una sucesión de grandes tabladas de aguas lentas y profundas con alguna zona de corrientes.

Parte superior del coto, zona de corrientes

Una de las múltiples tablas del coto. 

Mucha atención a otro puerto que veremos en este recorrido aguas arriba, pues en la tabla inmediatamente superior encontraremos algunas de las mayores truchas del coto. En esta zona alta prácticamente todas las tablas de aguas lentas nos ofrecen posibilidades de conseguir truchas para el recuerdo. Este tramo es muy cómodo de pescar y, en consecuencia, uno de los más visitados por los pescadores, algo que notaremos en el grado de desconfianza de las truchas.

Zona superior del coto, finale de septiembre


Los dos brazos de río que se unen en la pasarela

Aguas arriba del puente de Tapia de la Ribera, el río se estrecha y la abundante vegetación de las orillas dificultará la pesca. Aquellos pescadores jóvenes con buenas condiciones físicas y con ganas de sortear todo tipo de obstáculos, pueden ver sus esfuerzos recompensados, tanto por la cantidad como por la calidad de las truchas de este tramo superior.

Uno de los principales atractivos con que cuenta el coto de Rioseco es el tamaño de algunas de sus truchas. Es cierto que no posee mucha abundancia de grandes pintonas, pero es frecuente a pesar de ser un coto con muerte pescar truchas que rondan el medio kilo de peso, además de contar con serias posibilidades de pescar algún ejemplar bastante mayor. Aparte de estas truchas podemos decir que la media del coto se sitúa en torno a los veintidos centímetros. Estas últimas principalmente en los cabeceros, raseras y corrientes de aguas poco profundas que es lo que constituirán la mayoría de las capturas.

Fotografría tomada desde el puente a Selga de Ordás. Aguas arriba, el río se estrecha hasta llegar al muro de la presa.


Puente de Rioseco de Tapia a Selga de Ordás

En este sentido cabe destacar que este coto de Rioseco nos ofrece la posibilidad de intentar pescar uno de esos grandes ejemplares, o por el contrario optar por un número mayor de capturas pero de menor tamaño. Si pescamos el coto en buena época, preferentemente bien entrada la primavera y verano sin un caudal excesivo y con buenas eclosiones de insectos, a poco que nos movamos y vayamos prospectando las innumerables tiradas que nos encontramos, la diversión puede estar asegurada. Si por el contrario preferimos capturar truchas de cierto tamaño, no quedará más remedio que dirigirnos a las grandes tablas de aguas lentas y hacer la "garita", osea, esperar pacientemente las oportunidades que se nos presenten. Aunque también es cierto que cualquier rincón, remanso o pequeña corriente, pueden darnos una grata sorpresa.

En la actualidad comparten las aguas del coto ejemplares de truchas del río con truchas repobladas. De hecho, durante algún tiempo, Rioseco se repoblaba con grandes ejemplares de trucha común, con la salvedad de que muchas de estas truchas presentaban algún tipo de malformación o defecto físico, principalmente en aletas desgastadas o bocas deformadas. Muchas de estas truchas han sido alimento para las nutrias y otras han sido capturadas por los pescadores a lo largo de los años, pero otras muchas se han librado de la astuta nutria y de los anzuelos y han ido corrigiendo esas malformaciones, convirtiéndose en alguno de los grandes monstruos que veremos deambular por las tablas del coto.

RECECHANDO TRUCHAS GRANDES  

La mejor forma de capturar alguna de estas grandes truchas, es pescar recechando alguna de las múltiples tablas de aguas someras que tiene este acotado, buscando minuciosamente hasta que si tenemos suerte, dar con algún ejemplar activo. En ese caso, lo mejor es acercarse al pez lo más sigilosamente posible y tanto como nos atrevamos. Esto a priori, parece fácil, pero conlleva su dificultad. Si esas truchas han alcanzado semejante tamaño, a buen seguro que estarán curtidas en mil batallas y no será fácil engañarlas. 

Donde mayores posibilidades tendremos, será en las profundas tablas de aguas someras que tiene este coto. En todo caso, salvo que veamos signos de actividad en superficie, la mejor opción es esperar el momento idóneo. Buscaremos las tablas o posturas del río que nos parezcan más adecuadas o donde sepamos que se pueden poner las truchas grandes, y esperaremos pacientemente. Mi secreto para pescar truchas grandes a mosca seca no es nada especial, pero tampoco es fácil de seguir, sobre todo porque el ingrediente principal es la paciencia, y la paciencia no está en la mente del pescador moderno, ni del pescador que ha hecho un montón de kilómetros y no quiere perder el tiempo esperando en una tablada a que las truchas se pongan.

Desde el puente aguas abajo

Es importante no hacer muchos movimientos una vez estemos en el agua, ya que se trata de zonas de aguas lentas y las ondas pueden ahuyentar a las truchas, además, al estar sometidas a tanta presión por parte de los pescadores, suelen buscar  lugares donde presentar correctamente nuestra mosca será muy difícil sino imposible. 

A menudo estas truchas buscan también lugares del río donde pasar desapercibidas, de esta manera evitan ser acosadas una y otra vez por los pescadores. En estas situaciones, es importante tener una buena dosis de tranquilidad, ya que podemos ver ejemplares espectaculares y precipitarnos. Si localizamos cebadas, trataremos de acercarnos muy despacio, sin tener prisa por llegar a la trucha, y comprobaremos primero la forma en que se
ceba. En este tipo de aguas, a menudo suelen alimentarse de ninfas emergentes, ninfas que quedan atrapadas en el menisco, ya que la tensión superficial del agua en estas tablas es muy alta y actúa como una barrera difícil de traspasar para los pequeños insectos emergentes.

Para este tipo de pesca, nos facilitará mucho las cosas que el caudal del río no sea elevado. Personalmente prefiero pescar este coto los meses de septiembre y octubre, cuando el "pantanín" ha cerrado sus compuertas y las truchas grandes necesitan acumular energías para pasar el invierno. Ello no quiere decir que con mayor caudal no tengamos opciones de pescar bien, pero las condiciones no serán tan favorables, y las grandes truchas no se dejarán ver con tanta facilidad. En todo caso, si tenemos pensado pescarlo en septiembre y octubre, hay que tener en cuenta que las truchas están muy pescadas y con caudales tan bajos hay que tirar de ingenio para capturar alguna de vez en cuando.

Trucha para el recuerdo  

Si tenemos la fortuba de clavar alguna de estas truchas legendarias, aparte de la destreza que tenga el pescador en llevarla a la red, no quedará más remedio que apelar a la experiencia y a la suerte. Si a la fuerza que tienen las truchas de este calibre, sumamos la defensa que tienen bajo el agua con abundante vejetación subacuática, llegaremos a la conclusión de que muchos de estos peces clavados se soltarán durante la pelea, En cualquier caso, la satisfacción de haber engañado uno de estos peces no nos la quitará nadie.

Límite del coto:



Superior, comienza en el muro de la presa. Inferior, termina en el puente de Santibañez de Ordás.

Longitud del coto: aproximadamente 5500 metros

Anchura media del cauce: 28 metros

Distancia desde León capital: 36 kilómetros

Mejor via de acceso desde León: León, Lorenzana, Camposagrado (pinar), Rioseco de Tapia (zona centro del coto), Tapia de la Ribera (parte superior) o Santibañez de Ordás (límite inferior). Conforme se desee pescar principio, medio o final del coto.

Observaciones especiales: días de pesca; lunes sin muerte (solo mosca atificial y cucharilla de un sólo arpón o muerte), v,s,d y festivos con muerte; prohibidos cebos naturales toda la temporada; medida mínima 24 centímetros; número de truchas por pescador y día 4; una vez alcanzado el cupo de piezas se podrá seguir pescando en la modalidad de pesca sin muerte. A partir del primer día se septiembre hasta el quince de octubre, se puede pescar sin muerte todos los días de la semana.

El coto de Rioseco de Tapia ha sido durante mucho tiempo maltratado y expoliado, y sin embargo, aún conserva esa dignidad que le hace merecedor de una recuperación para restaurar en parte su pasado esplendor. 

Buena pesca y mucha suerte.   


 

Comentarios

  1. estuve en lo libre hace 5 dias-las unicas cebas ...en lolibre abajo..era en las tablas profundas y como bien dices a ninfas emergentes lo cual requeria la mosca correcta a la profundudad correcta...o tod o nada,un saludo y grcias por tan ilustro articulo,Alberto,farioreo

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  2. Gracias Alberto por tu comentario. Me alegro de que te haya gustado el artículo del coto de Rioseco de Tapia y disculpa por el retraso en responder, pero con lo despistado que soy y los días ajetreados que llevo, se me fue el santo al cielo. Un saludo.

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