El Condado II, 50 años de historia de la pesca de la trucha en León.
Es frecuente escuchar que este coto sin muerte ya no tiene truchas, que no merece la pena pescarlo. Generalmente lo dicen pescadores que conocieron una época en que este y otros cotos como este estaban rebosantes de truchas y que llenar la cesta era relativamente fácil.
Estos mismos pescadores, son los que hoy maldicen y rumian su descontento por el mal estado de nuestros ríos y siguen pidiendo sin ningún rubor la creación de nuevos ARECs, o la ampliación de los ya existentes con repoblaciones regulares de peces de criadero, volviéndo a cometer los mismos herrores del pasado que llevaron a nuestros ríos al desastre. Ahora, estos mismos pescadores les cuesta acostumbrarse a la nueva realidad.
Ciertamente, los ríos leoneses ofrecieron en un tiempo una considerable abundancia de truchas y de otros peces, sin embargo, es obvio que hoy se vive otra realidad muy distinta, con sus ventajas y con sus inconvenientes, pero muy diferente.
Presa de desviación del canal en Secos del Porma. |
Un breve repaso de los últimos 50 años de la pesca de la trucha en León a través del río Porma
A finales de la década de los sesenta (60), poco antes de que se inaugurara el pantano de Vegamián (1968), (yo tenía entonces dieciséis años, una caña de mosca ahogada, un carrete de tambor fijo, una cesta de mimbre, varias cuerdas, algunas cucharillas, una licencia de pesca, otra de caza, y un compañero de mi edad), el río Porma era un río natural muy parecido al Curueño. A principios de temporada siempre traía un caudal abundante procedente de los neveros y de las lluvias de primavera que nadie almacenaba, el agua se perdía con grandes crecidas río abajo inundando tierras de labor y praderíos hasta desembocar en el Esla a la altura de Roderos perteneciente al municipio de Villaturiel, (antes nevaba y llovía mucho más que ahora).
Llegado el mes de mayo se restablecían por los agricultores los retenes o puertos artificiales para desviar el agua a las presas de riego. Entonces comenzaba la sangría del río disminuyendo rápidamente el caudal en el transcurso de dos o tres semanas. Luego, a falta de nieve en las montañas, el río seguía secándose hasta quedar en un pequeño arroyo que a duras penas mantenía algo de agua en los pozos donde se cobijaban las truchas y el resto de peces. Estos refugios eran luego diezmados por los furtivos y veraneantes a "chapuzo" o "buceo" (a mano), quedando solamente algunos ejemplares de truchas escondidas en las más recónditas cuevas de los pozos o bajo grandes rocas, saliendo solamente al anochecer para alimentarse.
Las especies que habitaban esta parte del Porma eran principalmente truchas salvajes y barbos, pero también había cangrejos autóctonos, bogas, cachos, gobios, bermejuelas, lamprehuelas, y muchas ranas. La apertura de la veda era por San José en el mes de marzo, y a excepción de los primeros días la pesca era más bien escasa, pues a las crecidas de las primeras lluvias primaverales se unia el agua procedente del deshielo, imposibilitando que las capturas fueran abundantes, si acaso a cebo natural en algún pozo, preferentemente con lombriz de tierra y a cucharilla.
Sin embargo, llegado el mes de mayo, cuando el descenso natural del río había comenzado y los mencionados puertos rudimentarios hechos a base de piedras y leñas se rehacían y se habrían las compuertas de los azudes de cemento para desviar el agua a las presas de riego, durante ese tiempo de un par de mes o algo más, daba la sensación de que las truchas estaban por todas partes con la boca abierta esperando que las llegara comida.
Como quiera que este río siempre tubo extraordinarios ejemplares de truchas salvajes debido a la gran cantidad de alimento que contenía el lecho del río, como larvas de tricópteros, larvas y ninfas de todo tipo de efímeras, caracolillos de río, camarones, cangrejos, pequeños peces... no había jornada de pesca que no consiguieras capturar varias truchas alrededor del kilo de peso, lo que convertía esta afición en un pasatiempo emocionante y completo que hoy ni por asomo se puede comparar.
Las cestas de los pescadores por aquel entonces eran muy grandes, principalmente para que entraran las truchas de buen tamaño y quedara espacio para el resto de peces, aún así, algunas cestas quedaban pequeñas y siempre se veían colas de truchas fuera de las mismas.
Había muchos sitios alejados del cauce principal del río donde se podían observar grandes ejemplares de truchas deambulando por las presas de riego, o se desviaban por las acequias hacia los pequeños regueros. Pescando a cucharilla, casi siempre traías detrás alguna, a veces varias a la vez.
Los pescadores que conocimos aquella época lo comprobamos casi a diario las pescatas que se hacían, incluso con simples aparejos y menos conocimientos que ahora. Siempre había actividad al medio día en el río, daba lo mismo donde estuvieras, siempre veías cebarse a las truchas por todas partes. Las eclosiones de insectos eran abrumadoras, un espectáculo en si mísmo. En fín, la pesca entonces era otra cosa y se vivía de otra manera, y el que diga lo contrario es que no conoció aquella época.
Mirando hacia atrás. El "efecto pantano".
Tradicionalmente, antes de embalsar el agua, los mejores tramos del Porma eran los de la parte superior; Vegamian, Lodares, Armada, etc. Pueblos anegados hoy por las aguas del embalse. Los tramos de la parte inferior estaban considerados de mucha menor categoria. La razón estribaba que al llegar el verano eran frecuentes las tomas de agua para regadios, con lo cual esta parte digamos de Boñar hacia abajo, el río presentaba un lamentable aspecto casi sin agua. Para más desgracia, al ser una zona muy poblada de veraneantes, se producía el consiguiente furtiveo y las truchas mermaban bien por esa razón, o bien por falta de agua y de oxígeno por una temperatura inadecuada.
Pero a raiz de comenzar a funcionar el embalse, el panorama cambió radicalmente, produciéndose el llamado "efecto pantano". En síntesis ocurrió que ese factor limitante que sufría esta parte baja del Porma en verano, y que se traducía en poca agua, caliente y sin oxígeno, se corrigió a raiz del funcionamiento del pantano que aportaba abundante agua fresca y oxigenada, sin llegar a ser en ningún caso las riadas de ahora. Como consecuencia, esta parte baja del río empezó a ser célebre en toda Europa por sus grandes truchas. Algunos tramos trucheros leoneses han sido célebres precisamente por este fenómeno, como los famosos cotos de Gradefes y Pesquera en el Esla, hoy ambos de capa caida.
Durante los años setenta, ya con el río regulado, todo el Porma se pescó fantásticamente bien (y el resto de ríos). Para un pescador medio de ahogada, cucharilla, o de cebo natural con gusarapín, sacar el cupo de dieciseis truchas era relativamente fácil. Por debajo del muro de la presa de Vegamian, lo que fue el antiguo coto de Remellan, era un espectáculo contemplar la cantidad de truchas que había y como se cebaban. En la época de desove, las tablas y raseras se llenaban de grandes truchas salvajes formando unos frezaderos inmensos por la cantidad de truchas que lo conformaban. Había muchos fregones en aquella época, uno de los más importantes era el de Candanedo de Boñar, en el mismo puente, (límite superior del AREC de Lugán), fregones que en ocasiones aprobechaban los furtivos de nasa y tiradera para llevarse a casa un jornal extra.
Por aquel entonces, el Icona (Instituto para la Conservación de la Naturaleza), perteneciente al Ministerio de Agricultura, habría la veda al mismo tiempo en todos los ríos de la provincia sin tener encuenta los desoves, no les importaba el más mínimo derochar cientos de grandes progenitores y miles de huevas. La veda se habría cuando aún estaban muchísimas truchas en los frezaderos que al ser capturadas bien legalmente, bien a robo o con ladrón, desovaban en las manos de los pescadores. Más tarde, hubo otro espectáculo, esta vez un espectáculo lamentable y muy triste con montones de truchas muertas o agonizando en el mismo muro de la presa de Vegamián y aguas abajo del puente de la N-621. El declive de nuestra trucha salvaje comenzó principalmente a principios de los ochenta, con la maldita enfermedad de la saprolegnia y la posterior suelta masiva de truchas foráneas.
El declive de nuestra trucha salvaje y la enfermedad de la saprolegnia
El furtivismo, la saprolegnia, la afanomicosis, las especies alóctonas, las repoblaciones descontroladas con truchas foráneas y una pésima gestión del Icona, marcan a principios de los ochenta, un antes y un después en lo referente a la pesca de la trucha salvaje en León.
En 1966, con el objetivo principal de fomentar el turismo y aprovechar la excepcional riqueza de los ríos leoneses, se crea la Semana Internacional de la Trucha en León. Se le dió tanta importancia que en mayo de 1969, el pregón de la IV edición correspondió al doctor Felix Rodriguez de la Fuente, y es el mismísimo ministro de Información y Turismo, el señor Fraga Iribarne, el que entrega los premios gastronómicos y deportivos.
Cuadrilla de pescadores en el río Porma. El Sr. Fraga Iribarne en el centro. |
Esto que fué recogido por todos los medios de comunicación del país, situó a León en un lugar preferente para la pesca de la trucha y su degustación. De esta manera, nuestra trucha salvaje se convirtió en el plato estrella de los mejores restaurantes de la provincia, y sobre todo de los mejores restaurantes madrileños. Trucha a la leonesa, trucha escabechada, sopas de truchas, eran las presentaciones más populares especialmente a la leonesa con su tradicional dicho de las tres efes; frescas, fritas y frias (recien desnucadas). Los ríos leoneses se combirtieron en despensas inagotables de este exquisito manjar.
Un furtivismo latente pero moderado que existía por aquel entonces, más como una simple afición por llevar a casa unas truchas irregularmente pescadas o por sacarse unas pesetillas extras, se convirtió de repente para algunos en una profesión bien pagada, una forma de aumentar los haberes y solventar parte de los problemas económicos que entonces eran muchos en casi todos los pueblos ribereños.
Se pescaba de todas las formas posibles, como en épocas pasadas: con luz artificial y tiradera de noche, con tiradera o garrafa a cualquier hora del día, con relumbrera, con nasas en época de freza y fuera de esa época, a zarpón de noche con luz artificial y durante el día con luz natural, a mano, a buceo, a robo con ladrón, con trasmallo, con dinamita, con lejia, pesca eléctrica, cuerdas durmientes etc, etc. Y no importaba la hora, el día ni el mes, si había demanda de pescado, las truchas siempre aparecian.
El Icona, creado en 1971, no dió importancia a la comercialización de la trucha salvaje de nuestros ríos leoneses. El furtivismo entonces se convirtió en una lacra. Los ríos empezaban a sufrir el desgaste de una pesca desmesurada y comercial. Para mayor desgracia, explotaciones mineras, ganaderas, canteras, piscifactorias y fábricas de todo tipo, vertían sus residuos de forma incontrolada al río. La gran mayoría de las aguas residuales de los pueblos y residencias también vertían sus residuos directamente al río, bien por no disponer de depuradoras, o bien por estar inutilizadas. En esa época aún seguía siendo costumbre en los pueblos rebereños arrojar al río animales muertos; gatos, perros, gallinas, en ocasiones hasta ovejas y cerdos. Todo esto iba a ser el principio del fin de una época explendorosa de la pesca de la trucha en León.
A principios de los ochenta, en 1980 concretamente, aparecen truchas muertas en algunos ríos leoneses, especialmente aguas abajo del muro de la presa de Vegamián, siendo la piscifactoría de Palazuelo de Boñar en el río Porma, uno de los principales focos de contaminación. A finales de ese mismo año, aparecen en el río Órbigo una gran mortandad de truchas entre Santa Marina del Rey y Carrizo de la Ribera, apreciándose en sus cuerpos unas manchas irregulares blanquecinas y deteriorado el tejido cutáneo.
El rumor de esta enfermedad se difunde rápidamente entre los pescadores y llega a la administración. El Icona no hace nada, las riadas se llevan los cadáveres y todo queda olvidado. Pero en febrero de 1981, la Facultad de Veterinaria de la Universidad de León, tras analizar algunas truchas muertas, diagnóstica que la enfermedad que está matando a las truchas es la saprolegnia, que tiene su origen en la baja calidad del agua con indicadores infectos y de contaminación fecal.
Mueren miles de truchas, la mayoría de los ríos leoneses están afectados por esta enfermedad. Las autoridades competentes dicen entonces que esta enfermedad es causada por el estiaje que sufren los ríos en épocas de sequia. Así es como en su día resolvieron los políticos el grave problema que padecían nuestros ríos, dando la espalda a una realidad que les molestaba y que tenía nombre y apellidos; contaminación y negligencia. Esa realidad prefirieron ignorarla, pensando como siempre lo habían hecho que una gran riada limpiara los ríos y de paso sus conciencias.
Los pescadores reclamaron medidas y el Icona prometió repoblaciones abundantes para todos los ríos leoneses, y la gran mayoría de los pescadores de nuevo contentos y felices. Las repoblaciones con truchas foráneas distintas genéticamente de las autóctonas aumentaron considerablemente. De esta manera, entre las truchas nativas que se habían salvado de la enfermedad y las truchas repobladas de criadero, los ríos leoneses bullían de nuevo con más vida si cabe que antes de la enfermedad. Icona creyó con estas repoblaciones que estaba en el buen camino; trucha pescada y esgañotada, se sustituye por otra y listo. En 1984 el número máximo de capturas por pescador y día era de 12 truchas en lo libre.
En Vegas del Condado, justo por debajo del coto de Cerezales, se inagura en 1985 una gran piscifactoría con la intención de reproducir millones de alevines para la repoblación de los ríos leoneses y del resto de los ríos de la Comunidad Autónoma de CyL. La gran mayoría de los pescadores, esos mismos que hoy rumian y lloran por el mal estado de nuestros ríos, ven acertada esta medida, y mientras puedan llenar la cesta sin dificultad, aquí paz y después gloria. Nadie repara en el impacto ambiental que estas repoblaciones con truchas de criadero pueden causar.
Los años van pasando y cada nueva temporada es mucho peor que la anterior, algo estaba fallando con las repoblaciones y los pescadores se dan cuenta rápidamente. La administración no se lo explica, esta perdida y sin ideas para solucionar un asunto grave, no sabe por donde tirar. Se realizaron estudios en profundidad que demostraron que estamos de nuevo ante otro desastre administrativo. Se pide el cese inmediato de estas repoblaciones. En 1991 desaparece un desprestigiado he incompetente Icona y son asumidas sus funciones por la Consegería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León.
En esta época, la presión pesquera en los ríos leoneses es abrumadora. Por fín la administración despierta de su letargo y el gobierno autonómico prohibe la comercialización de la trucha, pero es demasido tarde. Unos ríos masacrados por el furtivismo y la contaminación, invadidos por lucios y cormoranes, mal conservados y peor gestionados, llegan a sus niveles más pobres a finales del siglo pasado.
Es entonces cuando la Junta de Castilla y León, allá por el año 2008, asume una importante remodelación del centro piscícola de Vegas del Condado, basándose en estudios hidrobiológicos y de caracterización genética de las truchas de nuestros ríos para conseguir unas directrices de reproducción y conservación de las truchas autóctonas. La idea era repoblar cada río con su genética original.
El 24 de diciembre de 2013 por fin se publica la Ley de pesca en Castilla y León, que declara a la trucha como Especie de Interés Preferente, reconociendo de esta manera la importancia ecológica y deportiva que reune este pez.
Desde las repoblaciones con truchas genéticamente originarias de cada cuenca y la entrada en vigor de la Ley 2013 hasta el día hoy, pocas cosas han cambiado. Los ríos siguen contaminados, más si cabe que antes de la tragedia. Se sigue vertiendo sustancias tóxicas en sus aguas como los fertilizantes para el campo, un 20% más en los últimos diez años, cada vez más dañinos para los peces, capaces de producir graves alteraciones funcionales e incluso la muerte de las truchas. El 90% de los agricultores declaran aplicar purines y estiércoles en sus propias fincas que luego mediante escorrentias y filtraciones causadas por la lluvia y las aguas de regadio van a parar al río.
La administración como siempre esperando un milagro, tal vez que otra gran riada limpie los ríos y los devuelva a su estado original, y que las truchas vuelvan a desovar de nuevo como lo hicieron en el pasado. Pero la realidad es que las depuradoras de los pueblos la mayoría no funcionan, no se respetan los caudales ecológicos, cada año aumentan las hectáreas de regadio y los terrenos a fertilizar, se sigue repoblando con truchas de criadero porque las repoblaciones con truchas de genética original tampoco han funcionado como se esperaba y, además, se sigue matando truchas y reponiendo los cotos donde se permite la estracción con peces de criadero, si, tambien en los cotos naturales: Villafeliz, Felmín, El Castillo, etc, etc.
La toma en conciencia de que los recursos naturales son limitados, no ha calado entre la gran mayoría de los pescadores ni de la administración. Seguimos matando truchas en los mejores tramos trucheros de nuestros ríos, y allí donde la pesca debería ser irremisiblemente sin muerte como son los cotos aguas arriba de los embalses y otros cotos naturales donde aún las aguas están poco o muy poco contaminadas y la vida salvaje podría volver a renacer como antes del desastre, a pesar incluso de tener que vivir con el hongo de la saprolegnia endémico de nuestras aguas.
Es necesario cambiar esa mentalidad de los pescadores y de la administración forjada en los años de la abundancia por otra filosofia en consonancia con los tiempos actuales. Los pescadores somos conscientes de que los agricultores necesitan agua para regar sus campos y fertilizantes para que sean rentables. Sin embargo, a los políticos se les llenan la boca hablando del cambio climático y dedican millones de euros para mitigar los incendios y limpiar los montes, pero no dicen nada de limpiar los ríos, ni de la contaminación de las aguas fluviales causadas por los fertilizantes o por los vertidos sin depurar.
Por otro lado, la pesca de la trucha con muerte es un anacronismo que tiene que desaparecer, nuestros ríos leoneses no pueden seguir siendo ejemplo de degradación y de muerte.
Tabla de Castrillo de Porma |
Como en todo el río Porma, desde principios de la década de los ochenta, se ha venido repoblando con truchas de dudosa procedencia como respuesta a los graves problemas que tuvo este río en el pasado, y más recientemente a esa cierta demanda de algunos colectivos de pescadores, los mismos que hoy maldicen y rumian su descontento por el mal estado de los ríos, y que siguen pidiendo sin ningún rubor repoblarlos con truchas de criadero y la creación de nuevos ARECs, o la ampliación de los ya existentes.
Algunos pensarán que soy excesivamente alarmista, pero yo pienso que lo irracional e incoherente es quejarse continuamente de la falta de truchas y seguir pidiendo eternamente más y más repoblaciones sin hacerse mayores preguntas y sin pensar en los graves problemas que eso puede acarrear. Por suerte no creo que estas truchas de criadero duren mucho tiempo en el río y desgraciadamente solo sirvan para engordar nutrias y cormoranes.
Antes de que se dividiera en dos, El Condado era solamente un coto de 10 kilómetros de largo y una anchura media de 40 metros. Comenzaba en el conocido "puerto del catalán", aguas arriba de San Vicente de Condado y terminaba a la altura del pueblo de Villimer, unos metros aguas abajo de la "tabla del cura". Luego, hace unos años, se dejó un tramo libre sin muerte entre los dos cotos que va desde el puente de Villafruela del Porma hasta el aliviadero de la piscifactoría de Castrillo de Porma y se amplió el Condado I hasta el puente de Villanueva del Condado, dando lugar a los hoy conocidos Condados I, Condado II, y el tramo libre entre los dos cotos.
Actividad
En este coto cada época tiene su actividad. A principios de temporada, las abundantes eclosiones de pardones hacen emerger de su letargo a las grandes truchas que buscan en estos voluminosos insectos acuáticos saciar su gula. Más tarde, son las moscas de la piedra, también conocida como "mosca de mayo" que eclosiona a partir de su ninfa de rancajo o gusarapa, y que tiene su nicho habitual debajo de los cantos rodados de las corrientes. Este pérlido de gran tamaño, atrae poderosamente la atención de las grandes truchas y sus huevas son un alimento muy preciado por los peces.
Luego, en los meses veraniegos, son muchas las eclosiones y movimientos de insectos acuáticos y terrestres; las increíbles emergentes, los rápidos y fulgurantes pupaes de tricópteros, los diminutos y desesperantes dípteros, los pequeños plecópteros, las hormigas, y un sin fin de efímeras de todos los tamaños y colores que a buen seguro no te lo pondrán nada fácil si decides venir a pescarlo.
Ya sea imitaciones de ninfas, ahogadas, emergentes o secas, todas ellas poseen un denominador común, la extraordinaria selectividad de las truchas.
Cuando pesco estas aguas, siempre me acuerdo de esos pescadores que afirman pescar toda la temporada con solo un par de modelos de moscas. Dentro de lo ignorantes que más o menos somos todos los pescadores con mosca, he aprendido a no opinar demasiado acerca de la conveniencia de usar una u otra mosca. De lo que si estoy seguro es que aquí nadie te va a regalar nada, todo lo tendrás que hacer y discurrir tu mismo. Después de recibir algún que otro rechazo, podrás empezar a hacerte una idea de lo que te espera si no espabilas.
Trucha del Condado II, tramo superior, (temporada 2013) |
Hermosos ejemplares de trucha del Condado II, tramo superior, (temporada 2013) |
Tramo superior del coto
Casi siempre dejo el coche en las postrimerías de la piscifactoría de Castrillo de Porma y bajo andando hasta Secos del Porma, a veces hasta la misma presa de desviación del canal de la margen izquierda del río, antiguamente poblado por grandes ejemplares de truchas en sus remansadas aguas, hoy con alguna honrosa y estupenda trucha que a primera hora en los días veraniegos casi siempre se encuentra activa sobre emergentes, cénidos o pequeños plecópteros.
Fotografía tomada desde la presa de Secos del Porma (aguas arriba), 4 de octubre 2022. |
Tramo superior, frente al pueblo de Castrillo del Porma |
Tramo superior del coto |
La pesca en este coto no es fácil. Durante la temporada conozco muchos pescadores que vienen aquí uno tras otro a comer "bolos", quizás algún que otro monstruo que les sorprendió durante la última hora del sereno. Son aguas muy lentas con algunas corrientes en determinadas zonas de los laterales y canales formados por ranúnculos que dificultan el paso, una especie de laverínto vejetal que impide muchas veces llegar a las posturas más productivas. Aguas muy interesantes para ser pescadas en corto, a lo "indio", como dice un buen amigo mio.
Después de pescar la tabla de Secos, subo hasta la tabla de Castrillo. Se puede subir pescando tanto el brazo izquierdo como el derecho de una gran isla que separa las dos tablas. El brazo izquierdo es el más recomendable, el brazo derecho está muy cerrado y es bastante complicado pescarlo bien, sobre todo en verano cuando el río baja alto. ¡Ojo con estos brazos! Aunque no te imaginas que puede haber un pez, creo que son de los mejores sitios en los que puedes encontrar a nuestras perezosas y glotonas truchas. Personalmente, siempre he obtenído mis mejores capturas en estos lugares, justo donde antes muy pocos pescadores han lanzado sus moscas.
Decía un guarda de la zona que a las truchas en león hay que buscarlas para encontrarlas. Lo cierto es que teniendo tanta defensa, tantas plantas subacuáticas, tantos recodos y tantas islas, ciertamente hay que buscarlas para dar con ellas.
Tabla de Castrillo del Porma, poco antes de llegar al aliviadero del pueblo, (margen derecha) |
Ya en la tabla de Castrillo, pueden empezar a salirte algunas pequeñas efímeras. En esta tabla te recomiendo que vayas a lo seguro, una tabla para pasar el día entero pescándola a poco que las truchas se muevan. Si tienes la suerte de encontrar sus aguas cubiertas por ocas o ranúnculos, cada canal tiene casi siempre alguna trucha entre sus blancas flores. Si no eres muy hábil lanzando, opta por pescar la orilla derecha que suele estar despejada y no necesitarás que tus lances sean tan ajustados. Inténtalo bajo las ramas de los árboles hasta llegar al aliviadero del pueblo donde te puedes llevar alguna que otra sorpresa, incluso alguna arco iris que se escapó de la piscifactoria.
Hantes de llegar al límite superior del coto, hay una zona lenta y profunda de vadeo imposible, donde verás desde la orilla algunas truchas puestas, generalmente de buen tamaño. Es un tramo bastante largo, como si fuera la prolongación del pozo situado en el límite superior del coto, frente al aliviadero de la piscifactoría. Amí personalmente, no me gusta pescar estos tramos de aguas profundas porque en caso de capturar una trucha, se hace muy difícil sacarla desde la orilla. En cualquier caso, el pez sufriría un estrés innecesario. La única parte pescable de este tramo profundo es la cola.
Si después de todos estos sitios, y si todabía tienes ganas de más sobresaltos, te recomiendo que pesques a ninfa el pozo que hay justo en el límite superior, en la divisoria del tramo libre y el coto, muy especialmente donde desagua el aliviadero de la piscifactoria. Un pozo lleno de vida y de grandes monstruos.
Desgraciadamente este pozo ha rellenado mucho con las crecidas de los últimos años y ya no es tan profundo como antes, la cabecera del mismo también se ha estropeado y era este uno de los puntos calientes del pozo. De todas formas sigue teniendo algunas truchas de tamaño considerable, y lo mismo que las grandes riadas lo han estropeado, otras tal vez puedan mejorarlo. En cualquier caso, es obligado pescarlo.
En la cola del pozo, aunque veamos que el agua fluye lenta, suelen apostar truchas de buen tamaño, aunque no es tarea fácil pescar esa zona por la distancia a la que tendremos que hacerlo, y porque estamos obligados a pescarlo desde la orilla opuesta fuera del cauce. Mucho ojo con la entrada del pozo cuando el río baja crecido en julio y agosto, pués las condiciones son muy buenas para pescarlo a mosca seca. Anunque nos de la sensación de bajar el río con mucho caudal, las truchas en este punto suelen mirar hacia arriba y podremos tentarlas con alguna pequeña emergente en el lugar en que la corriente pierde fuerza, lo que hará que la mosca trabaje en perfectas condiciones. El cauce en este punto no es muy ancho, por lo que hay que tener mucho cuidado para no ser vistos por las truchas.
Si decides pecar esta parte superior, aquí, en este maravilloso lugar podrás acabar tu día de pesca, y donde las últimas luces te dejarán recuerdos inolvidables que llevarás con tigo toda tu vida.
Límite superior del coto |
Zona lenta y profunda de difícil vadeo, poco antes de llegar al límite superior del coto |
Ranúnculos que dificultan el avance e impiden muchas veces llegar a las posturas más productivas |
Fotografía tomada desde el muro de la presa de Secos del Porma. 4 de octubre 2022 (aguas abajo). |
Tramo medio del coto |
Trucha del tramo medio del coto |
Trucha devueta al agua. El Condado II, tramo medio. |
En mi manera de pescar siempre doy más importancia a la presentación que a la mosca, sin embargo, aquí no vale atar cualquier cosa al terminal, incluso atando algo parecido a lo que están comiendo las truchas tendremos algún problema para engañarlas. Estas truchas han adquirido la licenciatura en diferenciar lo natural de lo artificial.
Expectacular tabla de este tramo medio. |
El resto del año y sobre todo en verano con las riadas actuales, hacen que durante la apertura de las compuertas del pantano sea un coto para auténticos conocedores del mismo, generalmente pescadores ribereños o muy cercanos al lugar y que además hacen muchas jornadas de pesca en sus aguas, que conocen todos los accesos y como cambia cada sector del coto en función del caudal que suelte el embalse. Esta gente suele conocer las mejores posturas donde se concentran corros de truchas, además tienen una vista de lince para detectar las sutiles cebadas desde lejos, y tienen la paciencia suficiente para esperar sus oportunidades, y no les importa vadear al límite del vadeador.
Tramo inferior
Límite inferior del coto, julio 2022 |
Límite inferior del coto, julio 2022. |
Tramo libre. Aguas abajo del límite inferior del coto. |
El sistema tradicional de "Pesca a la leonesa" es un arte que no tiene nada que envidiar a la más sofisticadas técnicas de pesca con sedal pesado. En nuestra región, y más concretamente en esta parte del Porma, existen maestros cuyas enseñanzas no deberían perecer nunca, aunque poco a poco los pescadores de buldó se han ido trasladando a la "cola de rata" y a la pesca con ninfa.
Mucha suerte para los que decidáis venir a pescarlo.
Muy bien explicado el coto y todo lo bueno y malo que este coto conlleva.Claro si la poblacion de truchas e insectos fuera la de hace tan solo 50anios pues..seria todo mas facil pues seria todo mas natural y por lo tanto predicible dentro del conocimiento del pescador..Te doy toda la razon ,un coto dificil nos vien bien de vez en cuando ya que nos mantiene alerta y con hambre de mas.Un gran relato en su totalidad,gracias .Un cordial saludo,Alberto
ResponderEliminarUn saludo, Alberto.
EliminarExtraordinario relato del condado,segun iba leyendolo estaba recordando los dias de pesca en el,llevo pescandolo desde hace 15 años siempre en agosto,quizas es el coto que mas alegrias y sorpresas me ha dado...enhorabuena,un placer leerle
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