El montaje de moscas artificiales para la pesca de la trucha en León. "La pesca que me gusta".

Todo trabajo que requiera para su ejecución el dominio de una técnica en que la habilidad manual y la delicadeza jueguen un importante papel, y en el que sean necesarias la genialidad y la imaginación para crear formas y estilos es una obra de arte.

Pues bien, estas moscas artificiales que acompañan a esta historia personal, son pequeñas obras de arte surgidas de la observación y el conocimiento de los insectos naturales que viven en nuestros ríos y creados por la mano del artista que las da forma y vida con su experiencia de las muchas jornadas de pesca y su visión personal.

El mágico mundo del montaje de moscas artificiales para la pesca de la trucha.

"Para poder describir la belleza intrínseca de esta Ephemera que tengo en mis manos y transmitirlo a la artificial, hay que dejar volar por unos momentos junto al insecto nuestra imaginación, solamente así podremos dotarla de naturalidad y equilibrio". 

Ephemera vulgata.

Ephemera vulgata. La "Picaso Amarillenta". Montaje simple de cuerpo separado, con pluma CDC y fibras de gallo Pardo.

Vista inferior de la Efemera "Picaso Amarillenta".

Efemera "amarillenta estilo Devaux". Montaje avanzado.

Vista superior Efemera "amarillenta estilo Devaux".

Más sobre los montajes avanzados estilo Devaux aquí.

Efemera "Amarillenta". Montaje clásico.

Efemera "amarillenta". Montaje de cuerpo extendido.

Más sobre la Ephemera vulgata.

Cuando miro la mosca terminada, primero veo en ella una pequeña obra de arte en lugar de una mosca artificial. Me encanta montar moscas desafiantes como estas porque me sacan del caos del mundo que me rodea durante un tiempo y me ayudan a concentrarme en una sola cosa sin preocuparme de nada más. Desafíos como estos también me ayudan a ser más ingenioso y a crear nuevos patrones.

Sobre los montajes de artificiales para uno mismo y la "mosca de confianza"

Si bien prefiero estar pescando en lugar de estar sentado frente al torno, también me sentiría muy triste si no pudiera montar mis propias moscas. Montar moscas para uno mismo es algo muy especial y divertido. Es un momento en el que me relajo y pierdo la noción del tiempo, me siento a gusto y procuro ser creativo. Es un placer innegable engañar peces con los brebajes que elaboramos. Creo que parte de la magia de la pesca con mosca se basa en la investigación personal y, por tanto, el montaje de moscas es una de las partes esenciales en la consecución de la satisfacción personal de cada uno.

Al principio, cuando estas empezando, se van tomando como referencia modelos de moscas que alguien ya inventó antes que nosotros, patrones recomendados por algún amigo, pero poco a poco se van adaptando esos modelos a nuestra manera de pescar y se van creando nuevos patrones a medida que nuestros ríos locales nos lo van solicitando. Y cuando esos cambios y esos nuevos patrones funcionan, cuando llegan más peces a la red, nuestra mosca "personalizada" se convierte en favorita. Así es como nacen las moscas de "confianza".

Las moscas "personalizadas" que funcionan, son moscas de confianza que con el tiempo se convierten en favoritas. A decir verdad, montar tus propias moscas profundiza significativamente tu participación en la pesca. Afecta fundamentalmente a la forma en que se ven las cosas en el agua. Es otro aspecto de la pesca con mosca que te lleva más lejos en tu afición por este deporte.

Un buen pescador sabe la importancia que tiene montar sus propias moscas. El montaje de moscas artificiales es la mejor manera para desarrollar una comprensión sólida de los diferentes patrones y la elección de la mosca, y también ayuda a garantizar que siempre tengamos a mano la mosca adecuada.

Después de tanto tiempo sigo disfrutando montando mis propias moscas. Eso no significa que sea particularmente bueno en eso. Sin embargo, con el paso de los años he alcanzado un cierto nivel más que aceptable. Dicho lo cual, cualquier cosa que pueda hacer para mejorar mis montajes y que a la vez sean más efectivos es algo que siempre está presente.

Lo viejo nunca pasa de moda

Se han publicado muy pocos libros de pesca con mosca que contengan ejemplos de moscas artificiales que representen insectos naturales reales.

A continuación se muestran algunas imitaciones de insectos naturales reales que eclosionan en nuestros ríos y la clave que les acompaña para identificarlos mediante un enlace.

Creo que es especialmente interesante notar que los principios de diseño esenciales usados en estos patrones son los mismos principios incorporados en las moscas de hoy.
Por supuesto, ¿por qué no iba a serlo? Si nuestro objetivo sigue siendo hoy como ayer hacer coincidir nuestras moscas (emparejar la eclosión) con los insectos de los que se alimentan las truchas.

Es evidente que los artesanos y pescadores de antaño eran al menos tan observadores, reflexivos y creativos como lo somos nosotros hoy. Es exactamente por eso que estos diseños han resistido la prueba del tiempo y siguen siendo tan efectivos hoy como ayer.

Tinodes waeneri. Tricóptra "Rubiona".

Más sobre la Tinodes waeneri.

Simúlido. Diṕtera "Negra", #22-24.

Más sobre los quironómidos y simúlidos aquí.

Isoperla grammatica. Saltona plecóptera "Relinchona" o Saltona "Amarilla".

Vista frontal Saltona plecóptera "Relinchona".

Isoperla grammatica. Plecóptera "Relinchona". Montaje clásico.

Más sobre la Isoperla grammática aquí.


Brachyptera putata. Saltona plecóptera "Langareta".


Brachyptera putata. "Langareta" mosquito leonés, (mosca ahogada).
 

Brachyptera putata. "Plecóptera Langareta". Montaje clásico

Más sobre la Brachyptera putata aqui


Leuctra fusca. Plecóptera pitillo.



Philopotamus montanus. Tricóptera "Aconchada"


Sericostoma personatun. Tricóptera "Patosa"



Friganea obsoleta.Vista superior, Tricóptera "obsoleta".

Friganea obsoleta. Tricóptera "obsoleta".

Más sobre la Friganea "obsoleta" aqui.


Hydropsyche pellucidula. Tricóptera "saltona".

Hydropsyche pellucidula (vista superior), tricóptera "saltona".

Más sobre la "Saltona" aqui.

Brachicentrus subnubilis. Tricóptera "Sarnosa".


Vista superior. Tricóptera "Sarnosa".

Más sobre la "Sanosa" aqui.

Subimago de efímera #18. Montaje clásico (lisiado), con pluma de cuello de gallo de León, cuerpo y brinca de seda natural.
Más sobre lisiados o inválidos aquí.

Subimago de efímera #18. Montaje clásico de verano, con pluma de cuello de los gallos de pluma de León y cuerpo de seda, brincado también con hilo de seda natural.


"Saltona Leonesa" (Saltona de conjunto).

Generalmente esta mosca "saltona leonesa" (saltona de conjunto), se utiliza como "bailarina", trabajándola con pequeños toques del puntal de la caña para transmitir los movimientos que realizan algunas hembras de tricópteros al depositar los huevos sobre la superficie del agua e incitar a las truchas a tomarla.

Este es un buen video que demuestra como pescar con la "saltona.
 


Vista frontal "Saltona Leonesa".


Friganea obsoleta. "Saltona Tostada"


Mosquito leonés, indio plateado.


Mosquito leonés, "Cascudo".


 Saltona Cascuda. Imitación (particular) de la Oberea oculata.

Los pecadores leoneses de ahogada conocen esta mosca con el nombre de "Saltona Cascuda", un coleóptero (escarabajo) anaranjado de 15 a 20 mm de largo que, según nos cuenta el segundo autor (desconocido) del Manuscrito de Astorga 1624, solía hacerse visible por las tardes en las riberas de los ríos leoneses. 

En la actualidad, los imagos de la Oberea oculata aparecen escasamente en primavera hasta el mes de agosto. El color del cuerpo, tórax, patas y las alas posteriores (las que utiliza el insecto para volar) son de color naranja con la cabeza, las antenas y los élitros de color negro. 

Los élitros que tiene este insecto encima del cuerpo son dos alas rígidas que no sirven para volar, pero que tienen que ser levantadas para poder desplegar las alas posteriores, son por así decirlo un par de alargados caparazones duros de color negro con una capa gris cubierta de pelos. Su principal misión es proteger las alas posteriores membranosas de color naranja que lleva el insecto ocultas debajo y que son las alas que usa para volar. 
Cuando el insecto se posa, las alas posteriores membranosas se pliegan debajo de los élitros.

El ciclo de vida de la Oberea oculata pasa por el apareamiento, puesta de los huevos, larva, pupa e imago o insecto adulto, de esta manera sufren una metamorfosis completa como los tricópteros, pero fuera del agua. Los adultos generalmente al emerger se dispersan para aparearse, luego se reproducen y mueren en unos pocos días, a lo sumo en pocas semanas.

Todo ciclo vital de la Oberea oculata se realiza fuera del agua. Las hembras ponen los huevos en el envés de las hojas de los árboles para protegerlos de los pájaros y otros depredadores, y para que al nacer las larvas puedan alimentarse de las mismas hojas donde han nacido, generalmente hojas de mimbreras y otros árboles de ribera, lo mismo que hacen las orugas de las mariposas o las larvas del escarabajo de la remolacha Erynephala puncticollis con las hojas de la remolacha. Sus vidas larvareas dependen totalmente de estos alimentos.

Después de un periodo largo como larvas, de entre uno y dos años, construyen un nido (crisálida) donde tendrá lugar la metamorfosis o transformación de pupa a imago, insecto adulto acto para la reproducción.

Por lo tanto, se trata de un insecto terrestre que solo puede caer accidentalmente al agua, como sucede a veces con los saltamontes, las hormigas aladas o las luciérnagas, otro escarabajo antaño muy abundante en áreas húmedas y boscosas como eran las riberas de nuestros ríos, aprovechándose las truchas de esta circunstancia para engullir a los indefensas y sabrosos insectos terrestres.

La Oberea oculata se puede llegar a confundir con la Cantharis rustica, otro coleóptero de aspecto y costumbres similares y antaño muy abundante en las riberas de lo ríos leoneses. Sin embargo, la Cantharis rustica se diferencia de la Oberea oculata por su menor tamaño y el cuerpo algo más rechoncho con una coloración más rojiza que se ennegrece en la zona central del abdomen y el tórax (Falangista).

Existen otros escarabajos que se pueden llegar a confundir con los dos anteriores, como es el caso de la Angelástica alni "Crisomela del aliso", un escarabajo muy extendido por toda la geografía leonesa, y aunque sus alas membranosas son azuladas casi negras, sin embago, el cuerpo es anaranjado en algunos individuos.

Cantharis rustica, "Satona Falangista"

El montaje de la Oberea oculata (saltona) que recomienda J. M. Tagarro Casado en su guía "Manual técnico para la pesca de la trucha con mosca ahogada, León 1982, no lleva costera. Sin embargo, en el Manuscrito de Astorga de 1624, el segundo autor nos dice que lleva una costera muy ancha a cada lado del cuerpo de seda color naranja muy clara (ver fotograía).

El segundo autor también nos dice que la hembra de la Oberea oculata lleva medio cuerpo hasta la cabeza de color pardo sin mencionar el color de la cabeza. Aquí es posible que se esté refiriendo al tórax de la hembra, bastante más grande por cierto que el macho de la misma especie al que no hace referencia.

Las moscas del Manuscrito de Astorga son muy complejas que combinan plumas de diferentes especies de aves. Sin embargo, con el paso del tiempo parece que la eficacia y la versatilidad de las plumas obtenidas de las distintas variedades de gallos de pluma Pardos e Indios, consiguieron simplificar radicalmente los montajes, reduciéndolos a un mínimo indispensable en que nuestros montadores lograron un virtuosismo envidiable en cuanto a eficacia y diseño.

El "Cascudo" hembra, según lo describe el segundo autor en el Manuscrito de Astorga (1624), y como Jose Luis Gárcia Gónzalez en su libro "Pluma, Seda y Acero (2011) lo interpreta.

Así describe el segundo autor el montaje del "cascudo" paso a paso:

"Cascudo de Abl Asta junio por la tarde = un negrisco bidriado crudo segundo otro negrisco negro  una de filomena; capa de bermejo de Muradal sangriento Cuerpo seda pajizo ynzima naranjada; mui clara vinco naranjado y pardo; la henbra lleva medio cuerpo Azia la cabeza pardo; Dos costeras mui hanchas por los lados de seda anaranjada".

Glosario:

- Cascudo de Abl Asta junio por la tarde.- el Cascudo aparece por las tardes en los mes de abril a junio. 

En la época de Juan de Bergara, este coleóptero debió de ser muy abundante, mucho más que hoy día que a penas se ve alguno. Las causas de su desaparición podrían deberse a la suplantación de los antiguos bosques de ribera formados por mimbreras y otros árboles de ribera, por choperas y grandes extensiones de maizales y tierras de labor. También la contaminación (herbicidas y pesticidas) y el cambio climático han tenido mucho que ver con la extinción de este y de otros escarabajos, y en general del resto de insectos.

- Cascudo.- color rojo anaranjado (butano).

- 1º un negrisco vidriado crudo.- primera pluma encima del cuerpo de indio gris oscuro.

- segunda otro negrisco negro.- segunda pluma encima de la primera, otra de indio negrisco.

- 3º una de filomena.- una tercera pluma pardo-marrón de ruiseñor, en cima de las dos anteriores.

Con estas tres plumas, el artesano imita los élitros del la Oberea oculata. Hay que tener en cuenta que los élitros no son del todo negros, ya que lleva una capa gris cubierta de "pelillos".

- capa de bermejo muradal sangriento.- una pluma marrón-rojiza atada junto a la cabeza de la mosca como "capa", (enrollada) de gallo de corral. 

Aquí, el segundo autor no se refiere a los famosos gallos de pluma de León sino a los gallos normales que tenía la gente en sus corrales y que se pasaban el tiempo escarbando y picoteando el muradal, lugar donde antiguamente se echaba la basura de la casa.

- Cuerpo seda pajiza ynzima naranjada.- cuerpo de seda pajiza (color de la paja, parva o mies) y forrada con seda anaranjada.

- mui clara vinco naranjado y pardo.- anillado o brincado el cuerpo con dos hilos yuxtapuestos: uno anaranjado fuerte (butano) y otro pardo.

- la henbra lleva medio cuerpo Azia la cabeza pardo.- la hembra tiene medio cuerpo hasta la cabeza pardo. 

Aquí el segundo autor posiblemente se refiere al tórax de la hembra que es de color pardo. La cabeza del insecto no la menciona en el recetario, esta debería ser negra como se puede apreciar en el insecto natural de la fotografía de abajo.

- Dos costeras mui hanchas por los lados de seda anaranjada.- = una costera a cada lado del cuerpo de seda anaranjada (butano) muy anchas.

Nota aclaratoria

El segundo autor del Manuscrito de Astorga, describe el montaje del imago de la Oberea oculata denominándolo "Cascudo". Usa las tres primeras plumas para imitar los élitros del insecto. La cuarta pluma marrón-rojizo montada en forma de "capa" la usa para imitar el segundo par de alas anaranjadas que lleva debajo de los élitros y que le sirve al insecto para volar.

El tamaño del azuelo seria del números 8 para la hembra y del número 10-12  para el macho que es bastante más pequeño.

En realidad la Oberea oculata no debería montarse como una saltona ya que un escarabajo no es una hembra de tricóptero que va depositando los huevos en el agua con pequeños saltos intermitentes, ni siquiera es una hembra de plecóptero que, aunque no deposita los huevos como las hembras de tricóptero, al menos los deposita sobre la superficie del agua.
No se save a quién se le ocurrió la idea de montar este escarabajo como saltona. Si fué con la intención de usarla solo para los serenos como recomienda Jose M. Tagarro en su recetario, ya había suficientes saltonas con más propiedad para tal menester.

Las "saltonas" es un tipo de mosquito leonés muy especial que imita a las hembras de algunos tricopteros cuando van depositando sus huevos sobre la superficie del agua en saltos intermitentes, de ahí la palabra "saltona". Estos montajes de "doble ala" también suelen servir para imitar algunos plecopteros para usarlos principalmente en los serenos o al mediodía como la Saltona "Relinchona" que imita a la Isoperla grammática.

Con la "Saltona" se puede pescar sola como mosca seca o como "bailarina" en la parte delantera del aparejo o "cuerda". En cualquier caso, el pescador se tendrá que valer de pequeños toques con el puntal de su caña para transmitir a la artificial los movimientos que realiza la natural al depositar los huevos en el agua.

Los montajes de las "saltonas" pueden ser específicos o de conjunto. Los montajes específicos imitan a una especie de hembra de tricóptero como la Saltona "Tostada" que imita a la Friganea obsoleta. Los montajes de conjunto sirven para imitar a varias especies de hembras de tricopteros como la Saltona "Leonesa".

Es difícil precisar cuando se empezaron a emplear las "Saltonas" en León. El famoso pescador francés Louis Carrére, que pescó los rios leoneses durante la década de los años vente hasta la guerra civil española, no menciona estos montajes en su libro "Pesca de la trucha con mosca artificial" 1963, ni tampoco los menciona el pescador leonés Jesus Pariente en su libro "50 años de historia a la orilla del río" 1985. 

Sin embargo, José M. Tagarro Casado, en su guia de moscas ahogadas publicada en 1982 ya describe varios modelos de saltonas. Por lo tanto, es de suponer que entre finales de la decada de los setenta y principios de los ochenta ya empezaran a usarlas algunos adelantados pescadores.

Saltona "Común". Para pescar en un aparejo de mosca ahogada como "bailarina". También para pescar sola como seca o en tándem con una ninfa trabajándola a saltos intermitentes sobre la superficie del agua.

El segundo autor del Manuscrito de Astorga describe el montaje del "Cascudo" para pescar con él como mosca ahogada. Y José. M.Tagarro Casado en su guía de moscas ahogadas, lo describe de dos maneras; una primera como "mosquito" (mosca ahogada) para pescar desde junio hasta final de temporada (agosto), y una segunda como "mosca saltona" (sólo para los serenos).
Tanto las 36 moscas del Manuscrito de Astorga como las 41 de Luis peña (1825) están diseñadas y montadas para pescar con ellas como moscas ahogadas, independientemente de como las trabaje el pescador.

Los ríos leoneses de la época de Juan de Bergara, por sus características naturales se prestaban más para la pesca con mosca ahogada que para la pesca con mosca seca, donde los ingleses por la peculiaridad de sus ríos fueron los pioneros en practicarla y los que inventaron el sedal pesado y los primeros montajes en palmer para pescar en superficie.

Se trata por tanto, de la adaptación del pescador a las características de los ríos que pesca. Moscas ahogadas leonesas capaces de evolucionar sobre aguas cantarinas de los ríos leoneses de la época, no tan tumultuosas ni bravas como la de los ríos provenientes de la vertiente Pirenaíca ni tan serenas como la de los ríos ingleses.

Los pescadores leoneses de la época de Juan de Bergara, debieron decidirse por imitaciones realistas de moscas ahogadas capaces de evolucionar más tranquilamente por debajo de la superficie del agua en la que los peces tienen más tiempo para seleccionar su presa.  

Esto no quiere decir que en España se inventara la pesca con mosca ahogada, solo que nuestros modelos de moscas ahogadas eran más pragmáticos y estaban mejor elaborados que otros modelos de la época, gracias en parte a las plumas de los gallos de pluma de León. 

Los montadores ingleses por jemplo, tal vez por carecer de tan valioso material como el nuestro, debieron decantarse más por la senda de la sofisticación y los materiales exóticos tales como plumas de cresta de faisán dorado, de arrendajo o de gallo de guinea, complicando el diseño aún más usando porciones de plumas para formar unas alas compactas con plumas por ejemplo de oca, cóndor o cola de faisán. 

Hoy, el montaje con más propiedad del "Cascudo" debería ser por ejemplo así:

Oberea oculata. "Escarabajo cascudo", montaje foam.

Cantharis rustica. Escarabajo "falangista".

Vista superior Cantharis rustica, con el cuerpo más ancho, más corto y rechoncho.

Hay que tener en cuenta que estos escarabajos, cuando caen accideltalmente al agua por alguna ráfaga de viento repentina o por otras causas, navegan semihundidos y las truchas perciben claramente los colores.

Cada pescador con mosca debería llevar en su caja algunos patrones de estos insectos terrestres. Puede parecer extraño, pero a veces las truchas prefieren comer estos escarabajos a diferencia de otros insectos acuáticos que les tienen a su disposición casi todo el año.

Voy a contaros una curiosa historia como anécdota de lo que me sucedió un día pescando el Esla a la altura del pueblo de Villahibiera. El día amaneció desapacible, nublado y ventoso, al llegar al tramo de pesca sobre las tres de la tarde empezó una abundante eclosión de efímeras. Como de costumbre até al terminal la mosca que más se parecía a las naturales que estaban eclosionando en aquel momento y me puse a lanzar sin obtener ningún resultado. Así que empecé a cambiar diferentes patrones y a utilizar diferentes tácticas, pero las truchas seguian sin hacer caso a las moscas que las presentaba. No podía entender lo que estaba haciendo mal, me preguntaba una y otra vez ¿por qué no eran tomadas mis moscas?

Mientras reflexionaba sentado en un tronco sobre esta situación tan extraña, de repente un escarabajo negro aterrizó en mis piernas después de que una ráfaga de viento repentina le hubiera trasportado desde los arbustos cercanos hasta mi rodilla. Entonces pensé que las truchas se estaban volviendo locas por estos escarabajos a pesar de tener las moscas naturales a su alcance, incluso algunos tricópteros que empezaban a revolotear a mi alrededor para darse con ellos un festín.

De una de mis viejas cajas de moscas saqué un escarabajo negro que había comprado en una tienda de pesca que ahora ya no existe y lo até al terminal, entonces mi suerte cambió de repente. Mientras clavaba una trucha trás otra, mi mente empezó a cavilar pensando que un escarabajo debía de tener muchas más calorías que una pequeña efímera, seguramente por eso las truchas estaban tratando de comer tantos escarabajos como podían.

Había tierras de labor y pequeños arbustos en las orillas. El viento no era constante, de pronto soplaba a ráfagas cortas que a veces eran lo suficientemente fuertes como para extraer de los arbustos ramas, hojas y escarabajos que caían al agua sin que los pobres insectos pudieran hacer nada por librarse de esa situación tan comprometida y que las truchas engullian sin parar, transformando un día de pesca normal en uno de los días más productivos que recuerde, truchas enormes de medio kilo y alguna de un kilo no dejaban de entrar en mi cesta.

No siempre las truchas se alimentan de los insectos que en esos momentos estén eclosionando, hay que utilizar los ojos y la intuición para hacer lo mejor en cada situación. Un escarabajo puede ser en determinados momentos una artificial muy útil en cualquier día de la temporada, pero especialmente en días ventosos que es cuando estos insectos terrestres tienen dificultades para mantenerse encaramados a los arbustos, y que al igual que los saltamontes no son muy buenos voladores.

Todo esto amigo pescador, hay que verlo desde la perspectiva del tiempo. Por un lado la época de Juan de Bergar, donde la escasez de medios y la pobreza era la tónica general, por otro lado los ríos en esa época eran todos naturales sin contaminar y aunque en algunos lugares se daba con relativa frecuencia la sobrepesca, abundaban los peces y los insectos como lo atestiguan los escritos de la época. 

Por otro lado la época actual, con abundancia de medios para trasladarnos a cualquier río, material de pesca de última generación al alcance de cualquier pescador pro medio, ríos naturales transformados en artificiales y otros abandonados a su suerte convertidos en poco más que meros regueros, contaminación de las aguas, cambio climático, escasez de peces y de insectos... Es el inevitable falso progreso.

Angelástica alni. Escarabajo del "aliso" o escarabajo "negro".


Cantharis rustica, insecto natural.

La Oberea oculata. Insecto natural.

Tenemos que estar de acuerdo amigo pescador. Por historia, por arte y por belleza, estas moscas clásicas aquí descritas son impresionantes. En ningún lugar del mundo se puede contemplar unos montajes tan pragmáticos en una mosca artificial para pescar truchas.

Estas moscas es el resultado de la evolución natural de las antiguas moscas ahogadas del Manuscrito de Astorga en versión secas, ahogadas y saltonas, montadas con sedas y plumas de gallos de pluma de León.

Todos los pescadores con mosca de este país deberíamos estar orgullosos de nuestra historia, sobre todo en lo referente a la pesca con mosca, también de nuestras moscas clásicas y muy especialmente de los  "mosquitos leoneses" únicos en el mundo.

La historia personal. 

Así empezó todo en el montaje de moscas.

Mi inspiración por los montajes comenzó como una progresión natural de mi creciente pasión por la pesca con mosca. En mi caso, la puerta del montaje se abrió hace muchos años, creo recordar que fue allá por la temporada de 1975. Acababa de comenzar mis torpes primeros pasos con la "cola de rata", con moscas de armería adquiridas con bastante más ilusión y esperanza que conocimiento, y que por aquel entonces me propinaban estrepitosos fracasos. 

Las puñeteras y astutas truchas se reían de las moscas que las presentaba, hasta que un día, mientras andaba concentrado detrás de ellas en el tramo por debajo del puente de Lugán en el río Porma, dieron en pasar por allí una cuadrilla de pescadores asturianos. Detuve mi faena para responder al comentario eterno e invariable en el tiempo:

-¿Qué tal se dan?

-poca cosa, respondí. 

Siempre, cuando nos cruzamos los pescadores en el río, nos contamos lo mismo, quizás con alteraciones más o menos leves, pero que vienen a significar lo mismo. 

Y tras los lamentos habituales, y dado que las truchas no estaban interesadas en mis moscas, me puse a deparar con uno de ellos.

Gran charlatán resultó ser este pescador. Estoy seguro de que entre una buena charla y una buena trucha, este pescador elegiría siempre lo primero, coso, por otro lado, que no a todos nos ocurre lo mismo, y más en estos tiempos de escasez de peces y exceso de individualismo.

Fuimos poco a poco compartiendo cosas de pesca. Le dije que hacía poco tiempo que había dejado la mosca ahogada y que estaba en un periodo de aprendizaje con la "cola de rata". Me hizo ver entre suaves razonamientos que no era así como se pescaba, que debía pescar con otro tipo de moscas y lanzar de otra manera, etc. etc. etc. 

Me enseñó el botín de la jornada, un nutrido talego de hermosas pintonas reposaban sobre unas hierbas húmedas en la base en una enorme cesta de mimbre. Según me contó, y alguna más que había devuelto al río por falta de talla. Dentro de un rato, a la atardecica, vuelvo y seguro que las levanto de nuevo. Venía a decirme, ante mi asombro, que para él no había trucha que se le resistiera. Bueno, ya sabemos todos como son los asturianos, buenas personas, pero algo exageradas.

También sacó de aquí y de allá, entre los múltiples bolsillos del chaleco, una serie de cajas de todos los tamaños y colores, pero todas artesanas, nada de esas cajas tan "finolis" y tan caras que usamos ahora. Entre los múltiples departamentos, había un enorme surtido de moscas, mosquitos y moscones. Me obligó a aceptar un puñado de moscas de todos los pelajes y tamaños y, lo que es más importante, me dio sin querer el empujón que me precipitaría para siempre por el camino de la perdición.

Ante mis dudas me explico lo fácil que era montar las moscas que había depositado en la palma de mi mano. Me dijo que el mismo se ocuparía de proporcionarme el material básico para montarlas, y aunque vivía lejos, nos veríamos aquí y allá para experimentar juntos las moscas. Después, tras unos buenos apretones de manos y algo sorprendido por su generosidad, pues es difícil (sobre todo hoy en día) encontrarse en el río con algún maestro que se pare a tu lado para conversar con tigo sobre la pesca.

Me había dicho mi nuevo amigo que le gustaba no solo de hablar, sino también de cartearse asiduamente con los pescadores que iba conociendo, y un par de días después le mandé la primera de una larga serie de cartas agradeciéndole sus consejos. Desde entonces empecé detalle a detalle, a explorar el mundo mágico del montaje de artificiales para la pesca de la trucha. Fui recibiendo por carta los pequeños secretos de este arte. Me desplace en varias ocasiones a su pueblo en un hermoso rincón de la geografía asturiana, y me enseñó en su propia casa a usar el torno y a montar las moscas.

Después de enseñarme lo básico del montaje, me proporciono el primer tomo de artificiales para la pesca de la trucha. Me llenó una bolsa de fotocopias y revistas extranjeras sobre moscas y sus montajes. Me dio también varias plumas exóticas y algunas de indio de cuello de gallo para los collares, y también varios mazos de pardo, además de pelos, sedas y algunas tiras de rafia que por aquel entonces prácticamente eran desconocidas en León. En fin... De todo un poco.

Cuando nos escribíamos, solía empezar con el saludo siguiente: "Señor Predador", relatando a continuación los episodios correspondientes, o bien comentando cuánto había disfrutado contemplando el espectáculo de la freza en tal o cual río. De vez en cuando, a requerimiento mío, desvelaba en sus cartas los pequeños misterios de algunos montajes, el tipo de seda para cada mosca, la pluma más clara o más oscura para cada época, etc. etc. etc.

Poco a poco, como para no intoxicarse, como la canción de Luis Fonsi: "pasito a pasito", o que dure, que dure, como el poema de Carlos Luna: "Así... despasito. Muy remascaito. Migaja a migaja, que dure..." Se iba desgranando aquella granada de descubrimientos, enamorándome cada vez más, si bien ya estaba suficientemente "envenenado" con esta artesanía. Pequeños detalles, obviedades para cualquier montador medio de hoy, pero que para mí, gran novato en estas artes, eran pozos de descubrimientos que éste improvisado y particular maestro iba llenando.

Recuerdo, después de quedar para pescar juntos el primer día de la temporada en el Porma. Yo llegué a la cita con mi flamante caña de mosca y él optó por su querido buldó, decía que para principios de temporada la mosca ahogada era mejor.
Se presento en el bar de Lugán con el vadeador desteñido lleno de parches, con unos moscones bien lúcidos, más bien veraniegos que marceños, mosquitos un tanto bastos, amarillotes, desalineaos, algunos de tonos asalmonados brincados de amarillo. 

Cuando le comenté mi extrañeza por la hechura y el tono de los mosquitos que pretendía emplear dada la fecha, se echo a reír en mis propias narices y en las del dueño del bar que también era gran aficionado a la pesca. Me dijo que las moscas pescan en el río y no en el mostrador del bar, y que ya en varias ocasiones había tenido que prestar alguno de esos coloridos "moscones" a sesudos estudiosos de "moscología" para que lograsen capturar al menos un par de truchas antes de regresar bolos a casa.

Como para corroborar lo que me había dicho, lanzó en la famosa tabla frente a la iglesia de Lugán, una ristra de esos coloridos "moscones". Al instante clavó una preciosa trucha cercana al kilo de peso. Le dije que con su permiso yo la sacaría debajo de unas ramas de la orilla donde se había metido.
Después de un buen rato forcejeando con la trucha me hice con ella metiéndola en mi sacadera, y él en su cesta de mimbre. En ese instante me apunté mentalmente el hacer en el futuro más caso de lo que me dijera y menos de los manuales teóricos.

¿Como agradecer los desvelos de un maestro? Si mi amigo que en paz descanse me hubiera adoctrinado en física o en derecho, me habría dotado de bagaje para ganar mucho dinero, al darme sin interés todo lo que conocía de las moscas y sus montajes, me regaló algo mejor, un motivo de satisfacción, de placer, un medio de prolongar nuestra amistad, una ocasión de seguir soñando con el río frente al torno, una forma de hacer más corta la espera de la ansiada desveda. Me dio mucho y por eso ahora hago yo lo mismo.

Solo puedo decir que ¡Gracias, Maestro! Haya donde estés, que seguramente será en el cielo gozando eternamente de los maravillosos ríos que sin duda Dios tiene dispuestos para premiar a los pescadores buenos y sencillos como fuiste tú.


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