Valdepiélago: río, coto y comarca

"En este bello rincón de la geografía leonesa, por el que discurren alegres y bulliciosas las frías y cristalinas aguas del Curueño, un pez aguarda, inquieto, atento a todo lo que la corriente transporta. La presencia de una mosca artificial flotando en la superficie de las ondulantes aguas llama su atención, provocando una rápida y decidida reacción para capturarla. Ha tomado el señuelo y en su lucha por desprenderse de él, va a vender cara su vida hasta el último momento". Rafael del Pozo.

límite inferior del coto de Valdepiélago

Miércoles, uno de junio del 2022, las doce del mediodía. Saliendo de la Vecilla en dirección a Valdepiélago. Un cielo cubierto por nubarrones, presagio de fuertes tormentas.

Ese bravísimo pez, como bien has adivinado amigo pescador, no es otro que el de la fotografía, la dama ocelada, nuestra bellísima pintona, la trucha común, reina indiscutible de nuestros ríos, que tras una reñida batalla por liberarse del anzuelo, va a recuperar de las manos de un pescador deportivo como premio a su esfuerzo y bravura su libertad.

Aunque pocas como esta, alguna hay en el coto de Valdepiélago. Miércoles, uno de junio del 2022. Las cuatro de la tarde
El río

El Curueño en todo su recorrido es pura canción, una sinfonía de alegres trinos y un constante murmullo de chorreras y corrientes, donde los tonos azules de sus aguas se convierten en verdes y la transparencia en espejo, y todo enmarcado en un cuadro de atrayentes y desbordantes paisajes que dan a este río un carácter único.

Aquí se respira aire puro y fresco de la montaña. En este lugar huele a trucha y a hierba recién cortada. Aquí uno se siente pescador y disfruta de toda la grandeza que el deporte de la pesca puede ofrecer al pescador. 

¿Qué tendrá este río para desbordar tanta belleza? Quizás la presencia constante de la piedra caliza y las huellas perpetuas de las glaciaciones, tal vez el conjunto de puentes romanos y medievales que componen una de las imágenes más conocidas y admiradas de este río, o quizás sus bravas y finas truchas. ¡No lo sé! Lo cierto es que aquí uno disfruta en plena naturaleza, lejos del mundanal ruido de las ciudades.

El Curueño antes de entrar en las Hoces de Valdeteja, (fotografía antigua)

Una de tantas pozas de Curueño, (fotografía antigua)

El río Curueño inicia su andadura en la llamada Vega del Curuñón en el puerto de Vegarada. Recibe el aporte de varios ríos y de infinidad de pequeños arroyos, toda una sucesión de arterias que dan cobijo entre sus aguas a las pocas truchas autóctonas que aún quedan en esta provincia, truchas finas y bravas de pintada librea que solo tienen las truchas nacidas en este río y sus afluentes.

En la parte media de su recorrido, después de dejar atrás el coto de Tolíbia y las Hoces de Valdeteja, nos espera uno de los mejores destinos de pesca de toda la provincia leonesa, el coto sin muerte de Valdepiélago. En esta parte, el río es de tamaño mediano y discurre separado de las montañas entre bosques de hayas y robles con prados salpicados de pequeños huertos muy cerca de los pueblos.

Las escobas con su corola de pétalos amarillos delimitan el bosque y el prado


El prado y el bosque, dos acompañantes del curueño en su tramo medio, (foto antigua)

El prado. El coto discurre a la izquierda, el monte a la derecha y las montañas en frente

Prados y busques que acompañan en su recorrido al coto 

Con la llegada de la primavera, al verde intenso de la hierba de los prados, se une el trébol con la corola de pétalos color rosado, la pimpinela de fino tallo y corola de pétalos color violeta, y poco a poco se van mezclando el policromado de infinitas corolas: el amarillo de la flor maya, la pequeña flor blanca de los anises, el azul púrpura de la alverja, el blanco amarillo de las margaritas, el rojo escarlata de las amapolas. En este mes de junio y el siguiente, todo crece y se hace grande con el sol también grande.


El policromado de los prados en primavera, (fotografía antigua)

Aspecto de los prados en primavera-verano, (fotografía antigua)

Límite superior del coto de Valdepiélago, puente de Nocedo de Curueño, (fotografía antigua)

Bajo la bóveda formada por las copas de los árboles, todo un entramado de arbustos, paleras y plantas trepadoras tratarán de impedirnos la entrada al río. De entre todas ellas sobresalen los chopos o álamos negros, alargados y esbeltos, cuyas hojas verdes adquieren antes de caer en otoño bellas tonalidades doradas y amarillas. Estos álamos negros alternan con los álamos blancos que destacan por el color blanquecino de las hojas. Sus pequeñas semillas provistas de un mechón de pelos, son arrastradas y arremolinadas por el viento, formando una especie de copos algodonosos que estos días está resultando realmente molesto para la práctica de la pesca.

La Comarca

Estos pueblos de la montaña central leonesa, han sabido aprovechar su eminente riqueza natural atrayendo un turismo ávido de experiencias al aire libre como es el deporte de la pesca o el senderismo, pero sobre todo por el deseo de desconectar de los quehaceres cotidianos.
Este lugar fue vía importante de las comunicaciones romanas, los productos extraídos de estas tierras, principalmente oro y plata, se pasearon durante muchos años por la calzada romana que paralela al río todavía se puede localizar.

También fueron tierras de reyes y nobles, cuyas huellas quedan hoy patentes en diversos restos de castillos, monasterios, ermitas, torreones y despoblados, y recogen los vestigios de un rico patrimonio cultural y artístico, como son las obras del arte religioso proveniente del románico popular leonés, y sobre todo su conjunto de puentes romanos y medievales que jalonan la calzada romana.

Mención aparte merece la gastronomía cargada de embutidos, chacinería, caldereta de cordero, lechazo asado, pollo de corral, o el popular cocido montañés. Todo ello conjugado en restaurantes perfectamente preparados para recibir y facilitar el descanso de los pescadores después de una intensa jornada de pesca o una caminata por las distintas rutas disponibles para quien le guste el senderismo.

Puente en el pueblo de Valdepiélago, (fotografía antigua)

El Coto

La pesca es una actividad que no siempre nos proporciona satisfacciones plenas, ya sea por el hecho en sí de la escasez de capturas, o porque aún prodigándose estas, el lugar donde estamos pescando no reúne las condiciones ideales que casi todos los pescadores desearíamos: aguas limpias y cristalinas, impactantes paisajes y entornos naturales bien conservados. Cuando además de la pesca pretendemos conjugar otros alicientes como disfrutar de un entorno lo menos mecanizado posible, deleitar nuestros sentidos con paisajes de montaña, o poder observar entre lance y lance la naturaleza en su máximo esplendor, es cuando la pesca en estos escenarios se convierte en una actividad casi completa. Y digo casi completa porque lo único que suele fallar hoy día en estos cotos de altura son las capturas de talla, por contra, obtendremos a poco que la suerte nos acompañe, infinidad de subidas a la mosca y un importante número de capturas.

En este coto de Valdepiélago no es fácil sorprender a las grandes truchas que aunque pocas alguna tiene. De lo que no cabe duda que nos maravillará será la librea de estas truchas, muchas de ellas autóctonas de las que por desgracia en los últimos tiempos estamos poco acostumbrados a ver. Otra característica de estas truchas, que sorprenden a más de uno, es la extraordinaria lucha que presentan cuando notan que han sido engañadas por un anzuelo recubierto de pelos y plumas, sobre todo con relación al tamaño promedio de los ejemplares, que suele rondar los 22 centímetros. 

No digo nada si tienes la suerte de clavar un ejemplar como el de la fotografía. Me gustaría creer que sentí algo divino cuando conseguí llevar esta trucha a la sacadera, una especie de santidad, algo que en estos tiempos que nos toca vivir debería exigir reverencia. 

Al escribir estas líneas y recordar su captura, cierro los ojos y veo aquel recreo de cielos grises adornado con el dorado verdoso de su cuerpo, y oigo el sonido del freno de mi carrete mezclado con el rugido del viento y de las aguas rotas, los granos de polen esparcidos por la superficie del agua, ramas rotas, relámpagos sacudiendo mis oídos y gotas de agua como los botones de mi camisa golpeando mi cuerpo, y siento una profunda satisfacción de ver a la trucha alegarse recobrando su libertad para tal vez algún día hacer feliz a otro pescador.

Tramo libre inmediato al límite superior del coto, (fotografía antigua)

Tramo libre por encima del coto, (fotografía antigua)

Tramo libre, (fotografía antigua)

 Si no has pescado nunca este coto, lo primero que te llamará la atención serán sus frías y cristalinas aguas que escurren de los neveros casi perennes en lo alto de la Cordillera Cantábrica hasta bien entrado el verano, y que incluso si el año ha sido generoso en nieves, pueden empalmar con las primeras nevadas otoñales. 

También te sorprenderá una vegetación extremadamente variada, ya que no solamente está compuesta por árboles de mayor o menor porte, sino también por otros muchos vegetales que, aunque herbáceos y poco aparentes, forman un conjunto de flora característico de los bosques de ribera.

Sí, te da por pescarlo de medidos de junio en adelante, la explosión de color y olor es tremenda, sobre todo por el perfume que desprenden los millones de flores silvestres.

Pero sin duda, lo que más nos impactará será cruzarnos con los corzos a poca distancia de nosotros. Quizás más esquivo que los corzos, pero indicador de la buena salud de estas aguas sea el mirlo acuático, al que observaremos frecuentemente saliendo y entrando en las frías y oxigenadas aguas de las chorreras en busca de canutillos, esas larvas de frigáneas con sus característicos estuches de caprichosas formas y colores, y que también las truchas se alimentan de ellos cuando no hay otra cosa mejor.

Al pescador que le guste madrugar, podrá llevarse el premio no solo de observar a la nutria jugueteando en alguna poza sino también de escuchar los chasquidos del rey de las aves.
A principios de primavera, cuando el Curueño amanece con chorros de vaho, antes de salir el sol, entre dos luces, cuando el vientecillo limpio y fresco de la montaña refresca las mejillas y las manos se vuelven torpes, esa hora mágica del sereno matutino, se oyen unos chasquidos sobrecogedores que se expanden  en el eco del valle, chac-chac-chac, como si alguien chasqueara la lengua contra el paladar, chrrec-chrrec-chrrec... toc-toc-toc, como taponazos de champán, es la voz del rey de las aves del bosque, es la voz del urogallo que lucha por salir del grupo de especies en peligro de extinción. Para esta ave empieza la época de amores.

Luego, cuando comienzan a salir los primeros rayos del sol, se escuchan en la lontananza ladridos semejantes a los de un perro, (no confundir con los ladridos de los perrros que cuidan los gallos de pluma de Patricio, "Patri", el artesano de las moscas), estos son agudos y potentes, capaz de dejar ensimismado al pescador que los escucha por primera vez, es el príncipe del bosque, es el corzo.

Este territorio también es del oso pardo y del lobo Ibérico que en los últimos tiempos han pasado de ser unas fieras mal vistas a convertirse en un sínbolo de la vida silvestre amenazada y los esfuerzos de toda una sociedad por conservar su patrimonio natural.

Zona media del coto. Miércoles, uno de junio del 2022


El lecho del río es de canto rodado salpicado por grandes piedras

Aguas cristalinas y grandes cantos bajo el agua

En Valdepiélago tenemos para pescar innumerables corrientes, tablas de aguas lentas y batidas, raseras, pozos y muchas chorreras. El lecho es de canto rodado salpicado por grandes piedras que sobresalen por encima del nivel del agua dando lugar a innumerables posturas tanto por delante como por detrás de estas grandes piedras.

Es complicado decantarse por uno u otro mes para pescarlo. Personalmente creo que cada mes de la temporada tiene sus alicientes y sus riesgos, dependiendo sobre todo de la climatología invernal. En años de mucha nieve en las montañas, será preferible retrasar su pesca hasta junio, sobre todo si el mes de mayo presenta grandes deshielos. Por el contrario, como es el caso de este año 2022 en el que nos encontramos, escaso en precipitaciones y poca nieve acumulada en los neveros, interesará pescarlo a comienzos de la temporada, es decir, desde primer día de la temporada

La Dinocras cephalotes


Coto de Valdepiélago. Miércoles, uno de junio del 2022

La pesca y las moscas

Si vamos acompañado de otro pescador, debido a lo estrecho del cauce en algunos sectores del coto, es recomendable ir cediéndose los lances, ya que en el caso de poder pescar las dos orillas, que no siempre es posible, acabaremos molestándonos mutuamente.

Respecto de las moscas, se puede decir que es un coto donde las pequeñas ninfas tipo "perdigón" dan buenos resultados, sobre todo a principios de temporada. El uso de dos ninfas en tándem son muy efectivas en zonas batidas de aguas más profundas, siempre que la ninfa de punta vaya arañando los cantos.

Dependiendo de las condiciones de caudal, la mosca seca puede ser efectiva ya desde principios de temporada, pero sobre todo a partir del mes de mayo en adelante, cuando la "mosca de la piedra" comienza hacer acto de presencia en cantidades importantes y los "pardones" comienzan a escasear.

Una de las moscas que mejores resultados me está dando estos días, es un peculiar montaje de "pardón", conocido por aquí como "el pájaro", montado en tamaño 12 con pluma CDC y cuerpo de seda marrón.
Su eficacia a parte de algún que otro rechazo, se debe a que es casi seguro que esta artificial la asocien con la "mosca de la piedra" que estos días está eclosionando con fuerza. Por supuesto que una buena imitación de la "mosca de la piedra" sería igualmente efectiva. 

A partir de junio, con el caudal claramente a la baja y la cephalotes prácticamente desaparecida, lo más recomendable es pescar al agua con pequeños tricopteros del 18 y pequeñas moscas secas tipo emergentes, sin olvidar presentar bajo la arboleda alguna pequeña imitación de hormiga, preferentemente en paracaidas con el poste bien visible. Hay que tener encuenta que ya a partir de junio las truchas están muy pescadas y se vuelven muy esquivas.

"El pájaro"

Para finalizar este recorrido por Valdepiélago, no me queda más que hacer incapié en que si decides pescar este coto o cualquier tramo libre del Curueño, tiene que quedarnos claro que nos enfrentamos a un río de montaña donde nuestras habilidades con el lance y la presentación serán determinantes, convirtiéndolo, por lo tanto, en todo un reto para el pescador.

También debemos tener encuenta que las truchas grandes, una vez que han sido clavadas varias veces, es difícil sorprenderlas de nuevo, tal vez en algún sereno y poco más.

Buena pesca.

Comentarios

  1. Como siempre un gran y bonito relato de un dia donde la grandiosa naturaleza de la zona exalta todo lo demas como esa gran captura.estare por ahi a mediados de julio,veremos como se portan con el poco caudal,salvo una tormenta,que pueda llevar el rio.Un cordial saludo,Alberto

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