VILLAFELIZ : RÍO, COTO Y COMARCA.


Para un pescador con mosca pescar Villafeliz es como para un cristiano rezar un rosario en la basilica de San Pedro. 

La belleza singular que habitualmente ofrecen los parajes donde vive la trucha explica una de las poderosas razones que inclinan al pescador con mosca a tomar parte decidida por este salmónido. Y entre los ríos más bellos cuentan los de montaña donde la nieve se enseñorea en las cumbres hasta bien entrada la primavera. El coto de Villafeliz es un ejemplo vivo de estos cursos, que a parte sus plurales méritos paisajísticos pasa con justicia por ser uno de los pocos  cotos trucheros de León que aún merecen la pena pescarlos.

Coto de pesca Villafeliz. 

Existen muchas formas y técnicas de pescar estos cursos naturales, pero la mejor de todas es caminar y caminar aguas arriba. Nada supera la experiencia solitaria de vadear un río de montaña en busca de peces esquivos en ascenso, o pescando al agua lanzando aquí y allá para provocar a las truchas a que suvan a nuestra mosca. 

En este entorno, puedo pasar largas y tranquilas horas pescando sin apenas darme cuenta del tiempo, lo que pasa es que a mi edad, cada vez me cuesta más superar los pequeños obstáculos que voy encontrando. Sin embargo, lo peor de todo es que al cabo de dos o tres horas de comenzar a pescar, empiezo a perder el equilibrio, es como si entraras en una pista de hielo sin ningún apoyo y sin apenas fuerzas para sostenerte en pie. Podría apoyarme en el bastón de vadeo que llevo siempre con migo, pero sinceramente, es un encordio, y el exceso de confianza hace que lleve esta temporada ya varias caídas, y como consecuencia tenga las rodillas molidas llenas de moratones. Pero no creas que aquí acaba el suplicio, cuando llegas a casa y te duchas, empiezan los dolores de espaldas y los tirones de piernas, y te acuerdas de esas personas que consideran la pesca como una broma. Ahora eso sí, a la hora de dormir, a pierna suelta y luego al día siguiente como nuevo, con ganas de volver al río.
    
Recuerdo no hace mucho tiempo que era como una nutria vadeando estos ríos y deslizándome entre las piedras, literalmente como una nutria. En fin, tendré que ir pensando en pescar solo las tablas de aguas someras y pasar en ellas la mayor parte del tiempo haciendo la "garita", como lo hacíamos antaño en el Esla.    

Los pescadores con mosca por lo general somos muy reservados sobre los lugares y tramos de pesca favoritos, y el coto de Villafeliz es uno de ellos, y además tiene muchas y buenas tablas de aguas lentas, de manera que el futuro en este coto lo tengo asegurado, solo hace falta tener un poco de suerte en los próximos sorteos.  



Tanto sus fuertes corrientes como sus someras y ondulantes tablas silenciosas, ambas te hechizarán de una manera especial. 

 EL RÍO  

El coto de Villafeliz está serpenteado por el río Luna entre espectaculares parajes agrestes y montañosos. Si hay que buscar el nacimiento del río, hay que subir hasta la Babia alta y escuchar... porque quien escucha, puede oír el agua de las fuentes y las brujas de los manantiales. 

Parecen áridos los montes de la Babia alta, sin embargo, sangran por sus laderas cientos de arroyos espumosos y alegres, tiernos como niños en verano, pero soberbios en la época de deshielo. Apenas corren unos metros y ya quieren ser torrentes, con ellos va a nacer el río Luna, sobre todo con dos : las aguas secretas que bajan del lago de Babia y las del arroyo Valmayor. 
Pero esta Babia alta cada valle quiere trazar su propio río, tanto es así, que en estos montes de la Cuenta, el pueblo más alto de la provincia leonesa, nace nada menos que el río Sil.


Babia no es un lugar imaginario, sino una comarca de singular belleza encajada en la parte leonesa de la Cordillera Cantábrica. 

Desde bien temprano, estas aguas de la Babia alta son capaces de mover molinos sin quitarle al agua un ápice de fuerza que correrá valle abajo intacta, buscando más molinos, más presas, más acequias...  Mientras, la historia camina por aquí a paso lento, demasiado lento diría yo, pero es historia vieja de muchos siglos, escrita en un lugar de la geografía leonesa donde aquellas gentes escapadas del sur islámico dieran los primeros pasos de la Reconquista. 

Hasta bien entrado el mes de abril, la nieve cubre las cumbres montañosas que bordean estos valles. El sol cada vez más alto y las temperaturas en aumento, van activando poco a poco el deshielo, entonces el agua fluye desde todas partes a través de torrenteras y afluentes haciendo subir el nivel del río, especialmente aguas abajo de la confluencia con el río Torrestio, su principal afluente.   

A principios de temporada, el caudal del río alterna entre períodos de bajos caudales, cuando las tardías heladas retienen el agua de los neveros, y períodos de fuertes crecidas con el deshielo y las primeras lluvias primaverales, modelando el curso normal del río y moviendo los fondos de canto rodado, algo fundamental en la dinámica del río.

Coto de pesca Villafeliz, Junio 2020. 

A medida que la nieve se va agotando, el caudal tiende a estabilizarse y el agua fluye entonces transparente. Lentamente, la temperatura va subiendo hasta alcanzar el punto en que la vida explota y se adueña de todo de una forma deslumbrante. De repente, como un milagro tras el largo invierno, comienza la migración de las bogas y los escallos que suben del pantano. Cada pequeño canal, cada pequeño obstáculo del río es recorrido por cientos de bogas y escallos en su viaje aguas arriba hasta alcanzar las zonas de reproducción. 
Las nevadas tardías de abril y mayo pueden prolongar los deshielos y favorecer la circulación de caudales altos. Para las bogas y escallos estas condiciones son idóneas para alcanzar frezaderos aún más próximos a la cabecera del río donde las aguas tienen más concentración de oxígeno.

Escallo, fácil distinguirlo de la boga por sus grandes escamas y tono más claro. Pescado a mosca seca. Villafeliz 2020. 

Boga.
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Bogas pescadas a ninfa en el coto de Villafeliz,  junio 2020.
  
La boga de río es un pez muy apreciado en León por sus características piscatorias y gastronómicas. A pesar de la morfología de su boca, con aspecto de chupadora, ataca las ninfas con violencia. Para los que se inician en la modalidad de pesca con ninfa, es una buena manera de aprender y conseguir abundantes capturas.
Referente al modelo de ninfa existe un patrón que gusta a las bogas de manera especial, que es la cabeza dorada montada con dubbing de liebre, en un anzuelo del 16. Sin embargo, la ninfa estrella para pescar bogas de río son los perdigones del mismo tamaño.
La mosca seca también tiene su protagonismo en este tipo de pesca, si bien hay que decir que se limita a los períodos de clara actividad en superficie, lo que no suele ocurrir hasta bien entrado el verano y cuando el río ya nota el descenso de caudal. Llegado ese momento las moscas más adecuadas son las atractoras. Esto es porque al disminuir los caudales y con ello la escasez de comida, la competencia por los recursos alimenticios es muy acusada y se lanzan a por todo lo que deriva en superficie. 
Las artificiales más grandes son sin duda las más efectivas, pues se ven muy bien y provocan ataques de forma continua. 
En la provincia de León desde siempre se ha tenido mucho aprecio por este pez. En otros tiempos se pescaban bogas de medio kilo e incluso más grandes. Durante todo el verano, las bogas y los escallos eran objetivo vacacional de pequeños y mayores, ribereños y foraneos que acudían en masa para pescarlas con todo tipo de tácticas y técnicas. Después, en la cocina, las bogas alcanzaban un sabor culinario muy digno, siempre claro está que fueran  pescadas en aguas limpias. Tal vez escabechadas fuera la forma más popular de prepararlas y con la que mejor se apreciaran los matices del sabor de este ciprinido.

El escallo, llamado también cacho o gallego en la comarca de la Maragateria, es un pez que vive en continuo movimiento, habita desde zonas de aguas batidas y corrientes rápidas, hasta aguas lentas de los cursos bajos, si bien este pez endémico de la península ibérica prefiere las zonas medias de nuestros ríos. 
El escallo tiene su cuerpo cubierto de escamas grandes y un color claro, siendo fácil distinguirlo de las bogas. Su dieta es muy similar al de la trucha, consiste en insectos alados, larvas, moluscos, puesta de otros peces y también pececillos, incluso de su misma especie en los ejemplares más grandes. 
Antiguamente, el método de pesca más popular era con cebo natural, principalmente con lombriz de tierra. En la actualidad, como más juego da su pesca deportiva, es a mosca ahogada y seca en los meses veraniegos. Con niveles altos, la ninfa funciona muy bien.
Pasado el otoño desciende a zonas más bajas, y lo mismo que las bogas inverna frecuentemente en el pantano, para luego volver a subir en primavera y efectuar la freza entre abril y junio. El escallo es un pez muy luchador cuando se siente engañado, pero un aprendiz al lado de la trucha. Toma bien la mosca seca, especialmente dípteros y hormigas.           
 

Coto de Villafeliz. 

Con la llegada del verano, la nieve es ya solo un recuerdo y el nivel del río se va reduciendo poco a poco. Sin embargo, el agua sigue conservando altos niveles de oxígeno que son esenciales para la supervivencia de las truchas y en general para toda la cadena trófica del río. Las bogas tras reproducirse pasan el verano con las truchas alimentándose de larvas de insectos, pequeños crustáceos, y sobre todo de las algas que proliferan sobre las piedras y que obtienen raspándolas con una lámina córnea que tienen en su labio inferior. También ramonean otras plantas acuáticas y depredan insectos que arrastra la corriente. En acción de pesca no es raro ver sus bientres plateados reflejados en el espejo del agua. Esta limpieza del cauce por parte de las bogas sirve entre otras cosas para controlar la acumulación de materia orgánica y para mantener las condiciones necesarias, tanto para el desarrollo de las truchas como para el resto de animales que viven en el río.

A mediados de julio, los neveros se han agotado y el aporte de agua de las montañas ha cesado. En los años más secos, no son raros los períodos de hasta un mes y más sin que caiga una gota de agua. Bajo estas condiciones, con un cielo azul sin apenas nubosidad que frene la intensa evaporación, el río se va reduciendo a pequeñas corrientes, pozos aislados y tablas de aguas semiparadas, auténticos oasis de vida acuática. 
La vida animal y vejetal en este tramo del río Luna llevan muchos años adaptados a estas variaciones de caudal, sin embargo, el cambio climático está volviendo esta situación aún más extrema para todo el ecosistema del río, desde su nacimiento hasta el pantano.


Los Barrios de Luna y el muro de la presa al fondo  (foto superior).

 EL COTO 

El coto de Villafeliz es uno de los tramos más solicitados para la pesca de la trucha en León, especialmente en la modalidad de pesca con mosca seca y ahogada. Este tramo del río Luna está dentro de la Biosfera de Babia, predestinada a formar parte de la gran Reserva de la Biosfera Cantábrica. El paisaje abrumador y la codiciada trucha legendaria  que nada en estas aguas, lo combierten en un destino que todo pescador con mosca no debería dejar de pescarlo al menos una vez en la vida. 

Estabilizado el río con la llegada del calor, es cuando este coto ofrece todo su potencial y explendor, justo cuando florecen los almendros y comienza su canto el ruiseñor. 
La trucha en Villafeliz se beneficia naturalmente de una rica despensa subácuatica. Las eclosiones de insectos pueden hacer maravillas en este coto. El fondo de canto rodado con algo de cuartita y algunos bancos de pizarra, junto con las cristalinas y oxigenadas aguas, hacen un hábitat ideal para que prosperen tricópteros, plecópteros y efemerópteros de todos los tamaños y colores. 
Después de unos años viviendo en el fondo del río, las ninfas están listas para transformarse en insectos adultos. Entonces, incluso el pez más grande y precavido del río se pone nervioso ante tanta comida, simplemente no puede perder esa cantidad de proteínas que le ofrece el río. 
Ninfa con el saco alar oscurecido a punto de eclosionar, (fotografía superior izquierda).
Las emergencias de los insectos acuáticos generalmente comienzan al mediodía, pero el movimiento de las ninfas bajo el agua puede ocurrir un par de horas antes. Un buen momento para comenzar a pescar con ninfa, ¿no crees? 
Estas ninfas en tamaño pequeño y ligeramente plomeadas, son el cambio perfecto cuando las truchas están cansadas de ver pasar una y otra vez las doradas y relucientes bolas de tungsteno, cuando están hartas de ver tórax brillantes, colores chillones y patas de goma.
Estas ninfas no necesitan nada más, cualquier intento por mejorar esta simplicidad las robaria su mayor atributo, su naturalidad.
A principios de temporada, las truchas pueden sentirse atraídas por el destello de una bola de tungsteno, por la ondulación suave de las plumas de un collar en cdc, o por los reflejos producidos por un tórax sintético UV. Pero después de esa atracción inicial, las truchas siempre buscan alguna razón para rechazar nuestra mosca. 
Las truchas legendarias de este coto son principalmente criaturas cautelosas. Su astucia y selectividad es la principal razón por la que me gusta pescarlas. Este es el motivo por el cual mis ninfas de confianza son tan simples, de esta manera las truchas legendarias de Villafeliz tienen menos razones para rechazarlas.
Puede ser difícil tener confianza en estas ninfas tan simples. Estamos tan acostumbrados a ver ninfas con todos los adornos posibles que tener fe en una de estas ninfas parece imposible, pero créeme, estas ninfas pescan.
Me gusta pescar con patrones tan naturales y simples. En cierto modo, engañar truchas sin incorporar a la artificial una bola de tungsteno, una bufanda flúor o un anillado de tinsel holográfico, se siente como un logro mayor. Probablemente no lo sea, al final es la presentación la que cierra el trato entre la trucha y la artificial. Sin embargo, me hace reír un poco cuando las truchas rechazan sistemáticamente cualquier ninfa con bola de metal arropada con materiales llamativos y toman sin recelo estas ninfas tan simples.       
 

El pescador con mosca haría bien en madrugar y comenzar pescando con pequeñas ninfas. La oreja de liebre y la cola de faisán son siempre buenas opciones, además de una buena selección de pequeñas moscas secas para el mediodía. También se puede probar con ninfas algo más grandes y brillantes tipo perdigón. Puede parecer que contradice lo anterior, pero en la pesca con mosca no hay absolutos, un pequeño destello en una artificial, puede llamar la atención de las truchas, y sobre todo de las bogas y cambiar tu suerte. 
La mosca de la piedra y la de mayo, también prosperan magníficamente bien en este hábitat.



En determinadas ocasiones, especialmente en los días calurosos del mes de julio, la pesca con mosca seca a primera hora, desde las primeras luces hasta que el sol empieza a hacer acto de presencia, es francamente productiva e interesante. Sin embargo, cuando ya te has quitado el gusanillo de los primeros días, se suele realizar una pesca más relajada y cómoda. Eso es precisamente lo que hago yo, empezar a pescar al rededor del mediodía.  
Conociendo bien el coto se puede realizar una buena pesca desde el medio día hasta última hora, siendo la hora del sereno la más apropiada para deleitarse con masivas eclosiones de tricópteros y efímeras de diversos tamaños. 


En verano, los prados proporcionan muchos insectos terrestres como hormigas, escarabajos,  saltamontes, orugas, etc. Presta atención mientras caminas a lo largo de las orillas. Escucha y mira con tus ojos y oídos y sabrás cuando es hora de usar imitaciones de estos insectos. Los días ventosos generalmente son malos para la pesca con mosca, pero pueden hacer que la pesca con terrestres sea excelente. Los insectos terrestres no entran intencionadamente al agua, son arrastrados y caídas acidentalmente. Imitaciones de estos insectos pueden depararnos un día de pesca inolvidable. La pesca más efectiva es presentando la artificial en los remansos sombreadas de las orillas. No lo olvides.


En el coto de Villafeliz, cualquier rincón es bueno para un descanso.
 

El pescador puede experimentar en este acotado de Villafeliz un tipo especial de pesca. El río a menudo te captura de tal manera que sin saberlo te encuentras sentado en la orilla con la caña puesta a un lado, simplemente mirando a tu alrededor, aprendiendo cosas nuevas sobre el comportamiento de los animales en su hábitat natural. Los únicos sonidos que se escuchan son los  del entorno natural : el canto de los pájaros, el sisear de las hojas de los árboles movidas por la suave brisa, el runruneo de la chorrera... el único sonido antinatural es la línea que sale del carrete y se proyecta con precisión hacia el objetivo, y en ese momento te enfrentas a un emocionante desafío para burlar a estas inteligentes y experimentadas truchas. Te sumerges en el ecosistema del río y solo te despiertas cuando la mosca desaparece en la boca del pez.

Trucha legendaria pescada a mosca seca en el coto de Villafeliz, junio 2020. Estas truchas legendarias son las que ponen a prueba los límites de nuestras habilidades y la capacidad de los materiales que empleamos para capturarlas. 
  
" ... Una mañana de pocas eclosiones iba pensando, mientras caminaba río arriba sin perder detalle de lo que sucedía a mi alrededor. Alguna perla gordota bajaba de vez en cuando a golpear el agua con esa característica manera suya de efectuar la puesta, eran inequívocas señales de una tarde prometedora. De repente, algo me atrajo de manera imperiosa mi atención. Mi mente me decía que lanzara allí, una modesta corriente que salía de entre unas piedras y unos palos secos de la orilla opuesta. Decidí olvidar toda técnica racional y actuar por instinto ya que solo era un presentimiento que esa pequeña corriente albergara alguna trucha.
  
Sin darme cuenta, mi línea voló rasante al agua hasta posar la mosca en un reducido hueco protegido por numerosas ramas y troncos apilados unos encima de  otros en armoniosa anarquía. La pesada imitación de perla, esa que por fea tanta risa produce entre mis compañeros cuando me ven pescar con ella, golpeó el agua como lo haría una de verdad, justo como lo haría una hembra de esta especie para desprenderse de la puesta o de esos pequeños ácaros que a veces se le pegan bajo sus grandes alas antes de la verdadera puesta. Segundos después, esa hemosa trucha de la fotografía paró su deriva.
Cuando la trucha tomó la mosca, clavé despacio pero firme. Al sentirse engañada, la trucha propinó una serie de cabeceos seguida de una larga carrera río abajo. Eran momentos de incertidumbre y de extrema tensión.
  
Todo iba bien hasta que la trucha me vio, y la vi, entonces los dos entramos en pánico. La trucha fijó rumbo aguas abajo, a la seguridad de una fuerte corriente. Mientras, mi reacción automática fue moverme río abajo con la esperanza de mantener la trucha río arriba.
Cuando retrocedí, en mi torpe agitación, tropecé y caí sobre las piedras resbaladizas. Empapado de agua, pude recuperar el equilibrio sin soltar en ningún momento la caña.
Después de varios intentos por desprenderse de la mosca bajo las ramas de los árboles, poniendo constantemente a prueba el fino terminal, la trucha fué cediendo tras algunas carreras cada vez más cortas. Por fin pude hacerme con ella y sentir la alegría de un niño que sale por primera vez al recreo". 
 
Presentido pez y hermoso instante que hacen a uno comulgar con la religión de la pesca con mosca y sentirse el hombre más feliz del mundo. ¡Estoy hechizado por las aguas! Como decía MacLean en su novela. ¡Por las aguas del río Luna, claro!  


Según me comentan, este coto nunca se ha repoblado. Dicen que no es necesario gracias a un estado del ecosistema casi natural, y a una gestión pesquera "sostenible". 
Las truchas de Villafeliz no crecen  como sus hermanas las del pantano o por debajo del mismo con el río ya regulado. Es una combinación de varios factores que incluyen : alimento disponible, densidad de población, temperatura del agua, hábitat disponible, pesca estractiva y mucho más. Sin embargo, no es difícil encontrarse con grandes  ejemplares que suben del pantano en busca de aguas más oxigenadas, o que subieron en invierno a desovar y se quedaron en el río. 
Estas truchas legendarias del pantano y las no menos legendarias del propio coto, pueden ser un duro adversario, incluso para los pescadores más experimentados.

No es extraño el enganchar ejemplares por encima de los dos kilos como este, pero tratando de generalizar hablaríamos de entre medio kilo y kilo y medio. Por supuesto que las truchas de menor tamaño es lo normal, pero en este coto todo es posible. 


Trucha pescada a ninfa. Coto de Villafeliz, junio 2020.

ALGO DE HISTORIA 

En otros tiempos, cuando se cometía la ignorante y arbitraria decisión de abrir la veda de la trucha a mediados del mes de marzo, la tabla de Rabanal de Luna, la famosa tabla pegada a la carretera, estaba cubierta de enormes  truchas removiendo los fondos para depositar sus huevos. Probablemente muchas de esas truchas habrían subido desde el pantano a desovar, y teniendo en cuenta que desde la parte superior del coto hasta la cola del pantano hay bastante distancia, lógico es suponer que en este tramo habría otros frezaderos, incluso de mayor importancia.

Desde luego eran otros tiempos en que los pescadores nos comportábamos como los nuevos millonarios. Había tantas truchas que cuando lanzabas la cucharilla siempre traías alguna de buen tamaño, algunas enganchadas por la boca, otras por las aletas y otras muchas por la barriga o cualquier otra parte del cuerpo, la pesca a robo estaba de moda en aquellos días, solo por la torpeza de abrir la veda a destiempo. 

La verdad es que nunca habíamos visto ríos tan llenos de truchas ni frezaderos poblados con truchas tan grandes. Fue una época en que se acababan de inaugurar algunos pantanos y la explosión demográfica había obrado el milagro, y nadie sabía cómo reaccionar ante semejante avalancha de truchas que parecía que iban a salir del río a pastar como si fueran ovejas merinas. Eran días en que hablar de Villafeliz y todo el curso Luna- Órbigo, así como de Vegamián en el Porma o Las Salas en el Esla, representaba el súmmun de la capacidad de vida que tenían los ríos leoneses. 

¿que preocupaciones podíamos tener los pescadores en aquella época, si estaba demostrado que cada nueva temporada había más truchas y más grandes? Nadie podía imaginar la similitud de aquellos maravillosos años con las vacas gordas y anoréxicas de la Historia Sagrada, aunque fuera por diferentes motivos. Nuestra única preocupación era llegar los primeros al río para ocupar los mejores tramos y llenar la cesta lo antes posible.

¿hay alguien que pueda imaginar la cantidad de truchas que se sacaban en aquella época? Más imaginación se necesita para calcular las extraídas por los furtivos que nunca dejaron estadísticas de sus fechorías. Todo era bueno para ganarse el jornal, o en su caso aumentar la hacienda, desde el butrón, la nasa, los cables eléctricos, cuerdas durmientes, la oscuridad de la noche etc. En aquellos tiempos, el ingenio estaba tan agudizado que los furtivos llegaban a colocar cestas de mimbre debajo de los saltos naturales del río que tenían que superar las truchas para remontar hacia los frezaderos, modificando la altura del salto con ramas y piedras. 

En el año 1979 surgió una figura nueva llamada "los trucheros", que recorrían periódicamente los pueblos ribereños para comprar truchas a los furtivos que luego las vendían en los mercados y restaurantes, especialmente en los de Madrid. Por entonces el kilo de truchas se pagaba a 800 pesetas. Era tanta la codicia entre los pescadores por sacar unas pesetas del río, que surgió entonces otra nueva figura, "el furtivo profesional" que sólo se dedicaba a este negocio.  Los furtivos profesionales eran en su mayoría ribereños, personajes muy astutos, conocedores perfectamente del río donde actuaban. Unos seres ingeniosos para crear todo tipo de utensilios ilegales para capturar truchas, unos burladores de la ley y de la vigilancia, unos estrategas para conseguir sus propósitos. 
     
Fueron años de auténtico reinado de los ríos leoneses que dieron a conocer nuestras virtudes piscícolas por todo el mundo y justificaron la creación de nuevos acotados donde acudían con regularidad pescadores franceses, ingleses, portugueses y hasta americanos. De toda esa exhuverancia no queda ni la décima parte, osea un 10 % en el mejor de los casos. Los ríos leoneses hace tiempo que fueron destronados por diversos motivos, pero esa es ya otra historia. Aún así, siguen siendo los reyes, aunque sin corona.
 
Babia no es un lugar imaginario. 

 
El río Luna en el coto de Villafeliz se combierte en una corriente serpenteante que fluye a través de exuberantes prados y grandes peñas que dominan el paisaje y que te hacen sentir más pequeño de lo que aún eres en este ambiente. Sus aguas naturales tienen una atracción mágica, ya sean sus rápidas corrientes o las someras y ondulantes tablas, ambas te hechizarán de una manera especial. Puedes sentarte a descansar y ver como las cosas ocultas durante el invierno, ahora salen a la luz y te agudizan los sentidos.

Trucha legendaria pescada a ninfa, coto de Villafeliz, junio 2020.
 
LA COMARCA DE BABIA 

Valles y prados; caminos y senderos; cañadas y veredas; cortados y abismos que enamoran con risueñas perpectivas; ríos al que acuden cientos de arroyos y tributarios. El alma aquí se desliga de las inquietudes cotidianas por la gradiosidad y belleza del paisaje. Tierra esta explendida en colores, rincón bellísimo por su estructura geológica, soberbio por su privilegiada naturaleza y notable por su cultura y tradiciones. 



A la comarca de Babia, lo que le falta en habitantes le sobra en naturaleza, en agua y en verdes pradrerios que desde siempre determinaron su principal riqueza. Tierra esta de tradición pastoril marcada por la trashumancia. En la actualidad, el ganado sigue siendo la principal actividad económica de la comarca. Muchos de los pastos destinados antiguamente a las merinas trashumantes, se dedican hoy a la crianza extensiva de vacas de carne y al caballo hispano-bretón, un cruce de yegua española con semental de tiro francés, siendo la comarca de Babia el referente a nivel estatal de este caballo.   

Dicen que ya no suben a los puertos el rebaño de merinas que trashumante por la cañada de la Vizana, aposentaba sus reales en la Vega de la Mora, cruce de los más bellos cordeles de Quintanilla de Babia. Como decían los antiguos pastores : "El ganado merino necesita hierbas frescas y finas de peñacalear en el agostadero, y que desde su salida del esquileo, se le de mucha extensión y abundancia de pastos, afín de que sea firme la lana con bastante brote y espesura en el tiempo que comienza a nacer".


Rebaño de merinas. 

La acción del hombre durante siglos ha dotado a esta comarca de una gran biodiversidad. La flora de la Reserva incluye numerosas especies endémicas, algunas de las cuales sólo se encuentran en esta comarca de Babia como la Saxifraga babiana o rompepiedras, con su corola de pétalos blancos, o la Centaurea que florece en mayo, con su corola de pétalos color rosa-violeta. 
La flora está íntimamente ligada a las actividades humanas, en particular a la ganadería intensiva que han modelado el paisaje de esta comarca durante siglos.




Saxifraga babiana, la "rompepiedras"

En cuanto a la fauna, la Reserva alberga un conjunto de especies singulares, entre las que destacan el oso pardo, la liebre del piornal endémica de la Cordillera Cantábrica, o la perdiz pardilla entre otros. 

Liebre del piornal

Además del castellano, en Babia se habla el pachuezo, una variedad propia del dialecto leonés que pertenece al conjunto lengüístico del ideoma asturleonés, por desgracia en desuso. 

Al verde intenso de la hierba de los prados, se une el policromado de infinitas corolas : el trébol con su corola de pétalos color rosado, la pimpinela de fino tallo y pétalos violeta, el amarillo de la flor maya, la pequeña flor blanca de los anises, el azul-púrpura de la alverja, el blanco-amarillo de las margaritas, el rojo de las amapolas...
  
AMIGO PESCADOR 

En Villafeliz se experimenta algo así como... como una subida de adrenalina crónica, permanente y deliciosa. Te aseguro que la experiencia de pescar este tramo del río Luna, con grandes y salvajes truchas legendarias es embriagadora, te engancha para siempre. 

Como recuerdo de tu paso por este coto te quedará un escenario de película: prados llenos de flores silvestres, caballos pastando, montañas de más de 2000 metros, un silencio solo roto por la banda sonora del río, y sobre todo te quedará el recuerdo de sus truchas legendarias, otras más pequeñas, pero esquivas y peleonas, y muchas, muchas bogas y escallos, que junto con algún barbo a buen seguro te dejarán con la boca abierta y con ganas de volver a pescarlo. 

Ah! Y no dejes que las moscas se te suban a la cabeza. Toma la pesca como lo que es, y sobre todo con humor. El coto de Villafeliz te estará esperando.
  

Comentarios

  1. Un gran y bonito relato de un sitio,de los muy pocos que quedan,para el mosquero y mas para mi que solo pesco a seca.este año no tuve suerte pero con 71 y mi baston,que no te falte Cid,volvera la suerte.Un saludo amigo,Alberto,farioreo

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    1. Del pescador es la filosofía de la esperanza. Gracias Alberto por tu delicioso comentario y suerte en los próximos sorteos de pesca.

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  2. Muy agradecido por ese excepcional artículo, tengo una edad superior a la suya y coincido en la perfecta expresión de cómo el río te va superando con los años y te niega lugares a los q antes accedían.Lo que no te puede quitar es la maravillosa sensación de estar en ese río envuelto en la naturaleza

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