PESCA CON MOSCA Y EL CEREBRO.

Tristón y mustio andaba yo por aquí pensando en el tiempo que aún he de pasar en casa sin poder salir a dar un paseo por el río. La insufrible rutina diaria, a punto ya de arrastrarme a una profunda depresión, y antes de preguntarme ¿quien soy? ¿que hago aquí encerrado entre cuatro paredes? ¿existe Dios?... he decidido ponerme a escribir recordando la frase con la que Norman MacLean empezaba su novela "El Río de la Vida": << En nuestra familia no había una frontera clara entre la religión y la pesca con mosca >>. Es una de las frases que más recuerdo y más me gusta. Pienso muchas veces que cada uno hace de su vida su propia religión.


El río.  

El comienzo de un día de pesca es como un lienzo en blanco, un capítulo no escrito de eventos y planes, no los nuestros, sino los del río, porque las cosas que nos suceden en un día de pesca, no las elegimos nosotros, la mayoría son fruto del azar que luego se transforman en historias.

LA HISTORIA:

El día es apacible. El sol brilla alto en un cielo azul despejado en cuya inmensidad flota una luna rezagada, como una hermosa mujer joven y risueña que después de una noche de orgía se dirige soñolienta al hogar, con el vestido deslucido, las flores marchitas y los ojos empañados por el desvelo.

Todo está tranquilo, los pájaros han dejado de cantar, se han refugiado bajo las sombras protectoras de las ramas de los árboles. Solo se oye el triste arrullo de una  tórtola y el monótono canto del cuco resonando en la soledad más sublime. Esta soledad, el silencio y la salvaje perspectiva de este espléndido paisaje, me atraen de manera insólita, dulce y armoniosa.

Una tablada de aguas claras y poco profundas  comenzó a susurrarme al oído, "pesca a trucha vista", "peces grandes". Palabras seductoras, irresistibles para un pescador con mosca. Apreté la gorra y ajusté las gafas, y comencé a caminar lentamente por el borde de la tabla bajo el dosel de una hilera de arbustos.

Mis ojos tardaron poco tiempo en ver y mi cerebro en interpretar lo que estaban viendo, pequeños peces en aguas planas. Raramente podía distinguir un pez entero, lo que veía eran pequeñas líneas horizontales que se correspondían con la espalda de los peces, algunas veces veía la sombra de un pez proyectada sobre el lecho pedregoso, otras los destellos de los bientres dorados de las bogas raspando las piedras con sus bocas en busca de algas. Pero todo lo que veía eran pequeños peces, y no había venido aquí para pescar pequeños peces.
Aparte de su belleza paisajistica, este tramo es famoso por la cantidad y calidad de sus truchas, y yo quería peces grandes.

Perdí la noción del tiempo mientras escaneaba cada metro cuadrado de la tablada, acechando como una garza con paso lento y pausado. Cuando finalmente me detuve, enderecé la espalda y miré hacia atrás. Había llegado a la cabecera de la tabla donde la corriente empujaba contra dos grandes rocas.
Miré con tanta fuerza el fondo del remolino que se formaba tras las rocas que sentí que mis ojos iban a salirse, y después de unos minutos vi lo que había estado buscando todo el tiempo.
Se sostenía cerca del lecho del río, detrás de la roca más cercana, una forma grande, verdosa y fantasmal. Una trucha, una gran trucha. Ante mis ojos tenía el tipo de desafíos que más me gustan cuando pesco a trucha vista.

El remolino detrás de la roca hacia que mis ninfas fueran arrastradas antes de profundizar. Traté entonces de que las ninfas derivaran a lo largo del borde del remolino con la esperanza de que la trucha saliera corriendo a por mis ninfas. Pero no fué así. Lancé en el remanso, justo detrás de la roca, pero alguna corriente oculta desviaba las ninfas de su trayectoria. Me moví río arriba, no sin esfuerzo alcancé la roca y dejé que las ninfas se deslizaran por el otro lado. Nada funcionó.
Con tantos cambios de posición aveces perdía de vista a la trucha, pero cuando volvía a la posición original con el ángulo del sol correcto, la veía de nuevo sin inmutarse.

Cuando las truchas no "pican" algo mal estamos haciendo, podría ser la presentación, nuestra ubicación, o la propia mosca, pero necesitamos cambiar algo. Generalmente prefiero cambiar de estrategia que de artificial. La forma en que le muestro las artificiales al pez, es para mi lo más importante. Aceptar esa idea llega con muchas horas de río. Los mejores pescadores que conozco tienen un puñado de patrones que usan en el noventa por ciento del tiempo, probablemente más. Mi propio puñado de ninfas es muy simple, pero lo suficientemente refinado como para cubrir cualquier situación que me encuentre en el agua.
Llevo en mi caja de moscas ninfas, moscas ahogadas, streamer, secas y emergentes, que son grandes, pequeñas, brillantes, opacas, coloridas y monótonas. Con el tiempo he resuelto el exceso de artificiales y guardado lo que me ha funcionado mejor. Bastante simple, ¿no crees? Así que el resto de patrones los he sacado de mis cajas porque no quiero estar abrumado con tantas opciones.

Todos mis esfuerzos por presentar correctamente las ninfas no la habían asustado, se mantenía donde la había visto por primera vez.
Pensé que la trucha no estaba de humor, o quizás estaba pescando con las ninfas equivocadas, o tal vez se trataba de una vieja trucha experimentada. Lo cierto es que no había sido capaz de seducirla con mi puñado de ninfas de confianza.

Algo fatigado por el esfuerzo, salí del río y me senté en una piedra mientras reflexionaba sobre la situación. Tal vez pescaria esa trucha o tal vez no lo haría, pero no estaba dispuesto a rendirme.

Al cabo de un rato apareció un pescador de estatura achaparrada, bracilargo y cejijunto, revelando mechones de cabello gris debajo de su sombrero de ala ancha, portando un chaleco de pesca  repleto de artilugios que le hacían parecer a un viejo buhonero.

"¿como le va? "

" Me estoy divirtiendo", le dije. "Hay una trucha realmente grande detrás de esa roca y no soy capaz a sacarla", señalando con la punta de mi caña el lugar donde estaba la trucha.

"Pescando a trucha vista ", "¿he?". A sentí con la cabeza.

"¿Porque no lo intenta usted? ", le dije,  "me encantaría verle sacar esa trucha tan grande ".

"No", "la encontró usted ", "la trucha es suya ", "seguro que si lo intenta de nuevo puede sacarla".

"No estoy muy seguro de poderlo hacer", le dije,  "llevo una hora detrás de ella y no he sido capaz ni tan siquiera de moverla del sitio".

"Muéstreme donde está", me dijo.

Me levanté y miré. La trucha no se había movido de su sitio. Señalé de nuevo su posición con la punta de la caña.

"Justo ahí. ¿mirela? "

" ¿La ve?, ¿verdad? "

"No... no veo nada".

"¿Ve usted esa roca cuadrada? ". "Mire dos metros aguas abajo y luego medio metro hacia la izquierda ".

El pescador cambió de posición, tiró del borde de su sombrero y se ajustó las gafas.

"Sigo sin ver nada ", "lo siento".

"Bueno. Si. Creo que veo lo que usted ve, pero no es una trucha ".

Miré de nuevo el lugar donde estaba la trucha y después de un rato y ante mi sorpresa, descubrí que mi trucha era una hierba con forma de pez de lomo verde. Tenía una cola ondulante y la forma de una cabeza y, lo juro, branquias, y una aleta dorsal. Pero... bueno, después de mirarla y requetemirarla, era una hierba, no había ninguna duda.

Me encogí de hombros. "Ilusiones ópticas", pensé. No me extraña que no se haya movido del sitio todo este tiempo.

Entonces el pescador añadiendo sal a la herida me dijo con un gesto socarrón.

"¿Cuanto tiempo perdió tratando de engañar esa gran hierba verde? "..." ja, ja, ja ".

"No perdí ni un segundo ", le respondí.

"Me estaba divirtiendo mucho tratando de engañar esa hierba verde antes de que usted apareciera y lo ha estropeado todo".

"Lo siento de veras, créame".

El pescador arrugó la frente y las cejas en señal de desabrimiento, pero enseguida nos dimos cuenta que nos caíamos bien. Ambos sosteníamos una mirada limpia y noble.

"Y... ¿que tal usted?" Le dije.

"Poca cosa, si he de serle sincero un par de truchas nada más. Cuando dejan de cebarse, el mucho pasar la mosca sin resultados positivos también llega a cansarle a uno ".

"Disculpe que le corrija, querrá usted decir que las truchas no están activas en superficie".

"Bien, reconozco que puede usted tener razón"

"Y... entonces ¿por que no pesca usted a ninfa cuando cesa la actividad en superficie? Las truchas muy bien pueden seguir activas bajo el agua".

"Prefiero seguir pescando a seca, y créame que no es por un simple capricho, dicho sea con todos mis respetos hacia su método de pesca".

"El aspecto más importante en la pesca con mosca es presentar la mosca en el lugar adecuado y en el momento justo".

"Se de que me habla".

El lugar adecuado no significa que sea en dos dimensiones sobre la superficie, sino en sus tres dimensiones, o sea, a la profundidad correcta. "¿no estará ocultando que en realidad no sabe usted pescar a ninfa? La pesca con ninfa no es una técnica de pesca apta para mosqueros torpes".

El pescador un poco contrariado y algo aturdido acusó el golpe, pero se recuperó rápidamente dispuesto y decidido a ejercer una defensa agresiva pero respetuosa de la pesca con mosca seca y su afición por esa técnica.

"Pescar a mosca seca tiene para mi dos motivos principales : su eficacia y su gran belleza. Pescando con ninfa tan sólo se tiene el control sobre el señuelo cuando se pesca en corto, con la caña alta y la línea tensa".

"Habla usted de belleza," "¿ha pescado alguna vez con ninfa a trucha vista? Muchos pescadores en realidad no saben que la forma más excitante de practicar este arte es a trucha vista, como la caza al rececho".

"Disculpe, por un momento pensé que estaba usted hablando de la pesca con mosca seca,  precisamente esa es nuestra técnica, ponerle a la trucha una mosca en los morros. Ustedes los pescadores con ninfa a trucha vista descubren una trucha a medias aguas o en el fondo, solo cuando las truchas están quietas y las aguas claras. Es cierto que en esas ocasiones, por cierto muy escasas, cuando ven una trucha puesta o una hierba verde que para el caso es lo mismo, les produce emoción, pero ¿es esa emoción comparable con la visión del aro que produce la cebada de una trucha en superficie? ¿hay actividad mental más emocionante que la de memorizar el punto exacto donde se produjo la cebada? Y... que me dice de la magia de ver subir una trucha a la mosca. Confiese que la pesca con ninfa a trucha vista es mucho más ocasional y raro de lo que usted me quiere hacer creer ".

Los ojos del hombre brillaron un instante fijos en los míos, se le notaba agusto con la conversación, al fin y al cabo, los comentarios de pesca son siempre agradables, tanto o más que el acto mismo de pescar.

"La pesca con ninfa a trucha vista, no es mucho más ocasional que la pesca a trucha cebada. Ustedes los pescadores de seca tienen la ventaja de detectar la trucha cuando está activa alimentándose en superficie o muy cerca de ella comiendo emergentes, por cierto, también cada vez menos. Y hablando de moscas, ¡también nosotros disponemos de ninfas prácticamente flotantes para pescar con ellas cuando la ocasión es favorable!"

"Ninfas que también tenemos nosotros los que pescamos a seca, y que son un excelente recurso cuando las truchas rechazan nuestras emergentes tradicionales ".

"Estas imitaciones de ninfas emergentes también las llevo en mis cajas, y le confieso que las he usado numerosas veces con buenos resultados. Está claro que los pescadores de seca y de ninfa compartimos esos diez o quince milímetros inmediatos a la película superficial del agua. Pero reconozca que un pescador solo de seca es un pescador cojo. Ustedes desconocen la pesca en profundidad en el sentido literal y amplio de la palabra, solo están capacitados para percibir sensaciones en un único plano, e ignoran las emociones que proporciona una pesca tridimensional como es la pesca con ninfa ".

"Ya le he dicho y le reitero que no me importa prescindir de sus maravillosas sensaciones tridimensionales. Si le place, puede usted seguir tentando esa hierba verde o probar con otras truchas que ni siquiera ve, y cuya picada detectará las más de las veces cuando ya sea tarde. Que unos pocos virtuosos consigan clavar una trucha tras otra, no quiere decir que su técnica sea fácil y eficaz. La pesca con mosca seca da más oportunidades a un pescador medio que la pesca con ninfa, cuyas mejores oportunidades se las reservan los especialistas que parecen poseer una especie de sexto sentido ".

"Esto último que usted me dice se ha convertido ya en un tópico, la dificultad de la pesca con ninfa. Yo le diría y no me lo tome a mal, que la dificultad de la pesca con ninfa está construida con los abandonos de los pescadores inconstantes. ¿quiere una prueba de lo que le digo? La inmensa mayoría de los pescadores con ninfa sabemos pescar también a seca con notable desenvoltura, cosa que no sucede al revés. Muy pocos de ustedes suelen dominar la pesca con ninfa ".

"Un reputado pescador con ninfa me dijo que el pescaba a ninfa porque nunca había sido capaz de presentar razonablemente bien una mosca seca ".

"Puede que sea verdad", le digo, "pero debe admitir que lo de ese pescador es un caso muy raro. ¿conoce usted muchos más casos como ese?"

"No, ciertamente, pero también es verdad que no abundan los pescadores con el grado de sinceridad de ese señor."

"Ustedes los pescadores de seca, reclaman la suya como la modalidad de pesca más elegante y más refinada de capturar un pez. No dudaré yo de su elegancia, pero... ¿que me dice usted de la maestría de saber presentar una ninfa sin hacer huir o despertar la desconfianza de la esquiva trucha? Esta delicadeza y esa habilidad supera a todas las filigranas que hacen ustedes con la mosca seca".

"Le digo y le reitero que la pesca en superficie es discreta, y un lance preciso solo es espectacular por sus resultados, no por la evolución de la línea en el aire. Donde usted solo ve filigranas, el buen pescador de seca solo ve y siente armonía en sus movimientos, unos movimientos discretos que solo tienen como objetivo la captura del pez ".

"Hablemos de eficacia" le digo, "¿dispone de muchos recursos la pesca en superficie? Yo se lo diré. La eficacia de la pesca en superficie queda limitada a que las truchas se alimenten en superficie o muy cerca de ella, o que alguna se mantenga en su puesto de caza entretenida viendo lo que la corriente transporta. ¿y que hacen ustedes cuando esto sucede? Pues entablar conversación con el primer pescador que encuentran en el río, o sentarse esperando un milagro divino."

"Los pescadores de seca disponemos de moscas atractoras o de conjunto, moscas que dificilmente pasarán desapercibidas para las truchas, ya sea por su volumen o por sus caprichosos colores, y alguna trucha siempre está decidida a atacarlas, salvo que estén encuevadas en el fondo del río, en ese caso no habrá nada que hacer, ni para nosotros ni para ustedes ".

"¿Está usted seguro que un pescador de ninfa abandonaría tan fácilmente? Vea las posibilidades que nos brinda nuestra técnica de pesca : simplemente mediante una línea de punta sumergida, podemos rastrear más eficazmente todos los niveles del agua donde las líneas flotantes tienen sus limitaciones. Pero también jugando con el peso de las ninfas, podemos hacerlas llegar hasta el mismo lecho del río donde las truchas están a salvo de pescadores como usted ".

"¿Y cuando las truchas no están activas en el fondo del río? "

"Los bichos lanudos mueven en ocasiones esas truchas grandes y poco activas"

"¿Que es un bicho lanudo?"

"Los bichos lanudos amigo mío son los streamers, los populares Wooly buggers creados en Pensylvania en los años setenta, aunque aquí no los conocimos hasta los años ochenta de la mano de los ingleses. En contra de lo que muchos pescadores piensan, la pesca con streamers no es precisamente una técnica de pesca sencilla, exige un adecuado dominio de las distintas técnicas de lanzado, y sobre todo, un gran conocimiento del hábitat de la trucha".
"El streamer es algo que por necesidad siempre tengo que probar en aguas profundas. Este señuelo me produce grandes satisfacciones. Es una pesca activa y dinámica, pero muy arriesgada, no es la primera vez que tienen que extraerme un anzuelo grande, pero este es el precio que hay que pagar por tener la posibilidad de ver salir de sus escondites las grandes truchas del río ".

"¡Oiga... y con todo eso del anzuelo, ¿no estará usted convirtiendo la imprudencia en heroísmo?"

"¡Ni por asomo! Los anzuelos no me los clavo por gusto, y precisamente por que duelen pongo siempre el máximo cuidado al lanzar los streamers ".

"¿Ha pescado usted mucho a cucharilla verdad?"

"¡Si! ¿como lo ha adivinado?"

"Por sus elogios y por la descripción apasionada que ha hecho del streamer ".

"Mis comienzos como pescador fueron precisamente con la cucharilla".

"¡Oiga! Con tanta experiencia y dilatada vida de pescador, tendrá muchas historias que contar ".

"Alguna hay no crea. Seguro que usted también tiene historias y anécdotas que contar".


"Muchas, pero se me está haciendo tarde. Otro día si nos volvemos a encontrar habrá tiempo de contar alguna historia de pesca, ahora tengo que ir en busca de mi compañero ".

"No va a ser fácil volvernos a encontrar en el río con tantos como tenemos ", le digo.

"Desde luego, somos verdaderamente unos afortunados de tener tantos y tan maravillosos ríos ". "La pena es que muchos de ellos están enfermos e incluso algunos heridos de muerte ".

"Se acuerda como eran nuestros ríos hace cuarenta años? O, mejor dicho aún, ¿hace tan sólo vente?" "Está claro que el precio del progreso ha sido y es demasiado alto ecológicamente hablando ".

"Bueno yo soy algo más joven que usted", me dice, "pero claro que me acuerdo de la cantidad de truchas que tenían antes los ríos".

"Todo esto y las esperanzas tan escasas de que alguien que se lleva nuestros votos en las urnas haga algo para mantener nuestra naturaleza más o menos indemne, hace que nosotros los pescadores nos replanteemos constantemente nuestra actividad".

"Yo llevo varias temporadas pensando la posibilidad de dejar de pescar, no crea", me dice.

"La única acción que nosotros los pescadores podemos ejercitar, al margen de educar y concienciar a nuestros hijos y nietos en la conservación del medio ambiente, es la de matar menos peces, y esto no implica para nada ni dejar de pescar ni ir menos de pesca, sino simple y llanamente limitar nuestras capturas al máximo, yo diría que a cero".

"¿usted pesca sin muerte, verdad?"

"¿Para que voy a matar las truchas?" ¿para regalárselas a la vecina y quedar bien?¿para vacilar con los amigos? ¡pues no señor! La vecina si quiere truchas, que las compre en el mercado, y los amigos que se conformen con una foto. Las truchas donde mejor están es en el río. Aunque, oye, si te gustan las truchas, por llevar un par de ellas para cenar, pues te las llevas y santas pascuas ".

"¿Pero, pesca usted sin muerte o no?"

"Ya se lo he dicho, alguna llevo".

"Yo entiendo que un chaval de quince años tenga ilusión por llevar un par de truchas a casa porque es su primera pescata y no puede disimular la alegría. ¡Pero hombre usted tan mayor! ¿No le da vergüenza? ¡Anda que no habrá matado usted truchas a lo largo de su vida de pescador". "Si, ya se lo que me va a decir: que la ley le ampara, pero debemos educarnos en nuestro propio beneficio, incluso cuando pescamos en un coto con muerte".

"Usted dirá: ¡es que yo lo he pagado y tengo derecho a llevarme el cupo!" " Si tiene usted razón, pero piense un poco hombre, cuantas más truchas haya en el río, ¿no se divertirá usted más? Si todos hiciéramos lo mismo, ¿no estaríamos haciendo una pequeña pero valiosa repoblación personal? ¿no sería un beneficio notable para nuestros ríos?"

"Hay muchos pescadores cuyo cupo de capturas es cero. Sueltan todo lo que pescan, sean truchas, barbos, black bass, etcétera. Y no creo que con esto disfruten menos de la pesca, sino más bien al contrario ". "recapacite, por favor".

El pescador enderezó su rostro atezado, y con el brillo de sus ojos castaños, miró el reloj.

"Se me está haciendo muy tarde, lo siento pero tengo que dejarle".

"Si quiere saber algo más de mí, o si le apetece salir juntos de pesca algún día, nada más tiene que buscarme en Google o llamarme por teléfono", le digo.

"¡Si, claro! Seguro que nos volveremos a ver muy pronto".

Nos dimos un buen apretón de manos y nos despedimos deseándonos suerte. El resto del día lo pasé engañando pequeñas truchas.


Historias de pesca. 

Nada por supuesto es infalible. A veces mis ojos y mi cerebro no se comunican con claridad. ¿Serán los años?, ¿el desgaste?, o tal vez los sueños caprichos de un pescador poseído por llevar a la red una trucha grande.
Aveces simplemente no puedo ver las truchas que se que están, y aveces veo truchas que no están. Está claro que solo con ver algo no es suficiente, nuestro cerebro tiene que reconocer para entender que es lo que ven los ojos.

En ocasiones persigo deliberadamente las truchas más grandes. Otras en cambio, no me importa lo grande que sean, solo me dedico a pescar. Pero la reverencia por un pez grande  siempre está presente. Es así para todos nosotros.

Recuerdo mi primera gran trucha salvaje. El hilo de pesca se tensó con una fuerza poderosa que nunca antes había sentido. No sabía que había en el rastro, y no sabía que hacer. Así que aguanté todo lo que pude.
Mis brazos temblaron en concierto con la caña mientras apretaba fuerte con las dos manos. Me quedé asombrado cuando ví la trucha por primera vez. Cuando la tuve en mis manos sentí una tremenda liberación de emoción, una satisfacción fusionada con adrenalina. Mi anhelo por pescar una gran trucha finalmente había llegado. Era tan grande que no podía desnucarla, la maté con un golpe seco en la parte superior de la cabeza. Cuando coloqué la trucha muerta en la cesta de mimbre, su cola sobresalía de la parte superior vente centímetros o más.
Me agaché para arrancar unas hierbas frescas y depositarlas alrededor de la trucha mientras veía pasar el agua delante de mi, y pensé en nada y en todo a la vez. Me sentí tranquilo por dentro mientras miraba mis manos húmedas y temblorosas.

¿Cuantos momentos como esos tiene un pescador? Ninguno se olvida. Ninguno se desvanece. Un pescador siempre los recuerda.
Hay muchos recuerdos en la vida de un pescador, pero no inspiran la misma pasión. Solo las grandes truchas son capaces de hacernos temblar.

A medida que envejecemos como pescadores, el brillo de nuestra exuberancia se desgasta. Necesitamos más para impresionarnos a nosotros mismos. Necesitamos emociones fuertes que hagan palpitar el corazón, que sacudan el alma y rompan la vulgaridad cotidiana. Una trucha grande nos proporciona inyecciones de aliento y adrenalina. Esos momentos temblorosos son los que a menudo buscamos.

En mis cincuenta años de pesca que siguieron a mi primera gran trucha, solo me ha sucedido media docena de veces más, y puedo contarte la historia de cada una de esas grandes truchas, y estas son a menudo las mejores historias. Seguro que tu tienes tus propias historias sobre la captura de grandes peces. Por favor, compártela con nosotros. 

Un saludo.

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