Cuentos de Navidad


La mañana era fresca, húmeda y aún no estaba del todo despierta cuando me acerqué al río. Una ligera neblina se mantenía justo encima del agua envolviéndolo todo en un sudario blanco. La hierba se doblaba suave y húmeda bajo mis pies, y las viejas paleras de piel gris estaban allí mirando, esperando que sucediera algo. Yo también me quede allí, con la caña de pescar en la mano, mirando, esperando que sucediera algo, y así fue. 

No sé por qué, alguno de mis mejores días en el río han comenzado cuando me despierto solo en la oscuridad, verdaderamente solo, con ese sentimiento profundo y vacío, esa soledad hueca de la que no puedes librarte. Entonces, estás parado, mirando río arriba con el agua corriendo hacia ti, como si de alguna manera pudiera llenar ese vacío hueco de soledad, y de alguna manera, siempre lo hace.

Hay muchas cosas sobre la vida que las truchas nos pueden enseñar. Nos enseñan como seguir nadando incluso contra corriente. Las truchas saben que si dejan de nadar, dejan de ser truchas para convertirse en escombros flotantes sin rumbo fijo. Las truchas saben que si continúan nadando de cara a la corriente, tal vez en algún remanso detrás de una piedra, todo lo que necesitan para vivir eventualmente las llegará. Se aprende mucho de las truchas.

Finalmente, el sol naciente hizo agujeros en la austera armadura de las nubes disminuyendo aún más la visibilidad con los reflejos espejados. Luego, durante la siguiente media hora, el sol proporcionó suficiente calor  como para convertir la niebla en vapor. El río brillaba. Los rayos del sol de la mañana entraban a través de las ramas de los árboles, la niebla regresaba a casa y un viento racheado la sustituía, y fue entonces cuando vi aparecer los primeros anillos sobre la superficie del agua, como gotas de lluvia invertidas. Un pequeño insecto emerge del agua, pequeñas efímeras buscando amor. Que perfectos son estos insectos, cada uno nace en el río y luego estalla en el aire. Vivir, amar y morir, solo para volver al río de nuevo, volver a casa, como yo.

Para mí, la pesca tiene hoy más que ver con lo que la rodea que con la captura en sí. La pesca con mosca te hace vivir a través de los ojos de las truchas. Como las truchas, vives en el agua y aprendes de las corrientes que te empujan constantemente. La pesca con mosca te conecta con el mundo de las truchas y, al hacerlo, con el tuyo.

La casa que comparto con las truchas es una tierra de sutil belleza. Los ríos a veces viven justo por encima de las piedras, aguas delgadas donde los astures pescaban una vez. Otras veces parecen esqueléticos y sedientos esperando tímidamente que llueva, y cuando llegan las lluvias, nuestros ríos exigen respeto. Son el tipo de ríos que ponen los pelos de punta cuando bajan altos y hacen rodar árboles como si fueran palos de leña. Esa es la magia de los ríos, como la vida misma, siempre es cambiante, siempre creando un nuevo yo, siempre conectado con el pasado. Y cada primavera, las truchas se elevan como sombras mezcladas con recuerdos. Esperan con paciencia, y comprenden que lo que será, será.

Y así estoy en el río yendo y viniendo, tratando de perder esa sensación de estar solo. Es entonces cuando una trucha se eleva y toma mi ofrenda, un tupido tricoptero que monté la noche anterior, un bocado boyante para estas truchas. Levanto la caña y, de repente, ya no estoy solo. Estoy conectado a sus poderosas carreras, de cara a la corriente. Lo que había estado oculto de repente cobra vida, girando en la corriente, contra la corriente, con la corriente, y me arrastro con ella. La línea de mosca nos conecta, ambos luchando, la trucha por seguir viviendo, el yo por llevarla a la sacadera. Dos corazones latiendo al unísono. 

Viene a mi red. La sostengo suavemente, meciéndola de un lado a otro en el agua fría. No puedo imaginar nada más hermoso que una trucha, las manchas, los halos, los colores, todo perfectamente adaptado a su entorno. Cuando sostengo una trucha, incluso por el momento más breve, me siento como si estuviera sosteniendo algo que ha sido tocado por un tipo especial de magia. De hecho, para mí, cada trucha zumba de magia y misterio. Hay un breve momento de silencio y agradecimiento mientras observo los frutos de mi paciencia. "Gana tu fuerza, querida guerrera", digo. ¿La hablo a ella o a mi mismo? Con una palmada de cola, regresa al río y yo voy con ella.

Tranquilo, respiro junto al agua que fluye mientras sigue su curso. El vaivén de las ramas de los árboles se mezcla con el flujo interminable del río. El agua está aquí y se ha ido. Presente y pasado. Surge corriente abajo alrededor de la socavación y se pierde de vista. Miro a mi alrededor y me convierto en parte de todo, escucho y pienso. Ralentizo mi mundo agitado y valoro más este tiempo.

Felices Fiestas.


Comentarios

  1. Muy bonito relato que solo puede salir del corazon de un pescador que entiende y ama el rio,su vida y entorno.feliz 2022 con mucha salud.!

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    1. Muchas gracias por tu comentario. Nos vemos en el río. Feliz 2022.

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