Carta al río Torío.

Estimado río Torío: 

Tal vez mi rostro le suene, pues soy asiduo de sus orillas y un fan de sus truchas. Hace muchos años que nos conocemos. Nací a pocos metros de usted, muy cerca de la ciudad de León, donde todos los años su caudal se debate entre las crecidas y el estiaje. 

Ya desde niño, la más pequeña e insignificante cosa de su lecho pedregoso siempre excito mi admiración y curiosidad. ¿Recuerda un chavalín en verano removiendo continuamente las piedras de sus resecas orillas en busca de cangrejos y peces? Y, ¿recuerda a ese mismo chaval sosteniendo una vara de mimbre mirando un flotador de corcho rojo y blanco, con la respiración entrecortada y el corazón temblando en su pequeño pecho esperando que algún pez lo hundiera? ¿Me ubica? Seguramente no, pues de esto hace ya mucho tiempo, tanto que ni yo mismo lo recuerdo. 

Sin embargo, debe saber querido Torío, que cuando ese niño tenía seis años logró capturar el primer pez en sus aguas. Ese fue el día en que se convirtió en pescador. Si no recuerdo mal, en el anzuelo tenía insertado una lombriz, y por supuesto, cuando un niño pesca nada puede salir mal.

Pues bien, ese niño era yo, y con el tiempo la pesca me ha permitido conocerle mejor y unirme a usted y a todos sus colegas de forma muy fuerte.

Los dragados y canalizaciones han desfigurado y en algunos casos han suprimido brazos de río que muchos jóvenes pescadores nunca sabrán que existieron.

Le escribo esta carta para pedirle disculpas por lo mal que le están tratando últimamente estos gobernantes de pacotilla y sus secuaces.
Estará de acuerdo conmigo que no hay río en León que desde su nacimiento montañés hasta hacerse mesetario, no bajara íntegramente escoltado por árboles en sus orillas y con un soto espeso de mimbreras, fresnos y alisos entre pedregales, y nunca en línea recta sino zigzagueando que es lo propio de ustedes, aquí en Lima o en la china Popular, porque gracias a esas curvas y a la arboleda que enfajan las orillas se frena el ímpetu de las crecidas. ¿O no es verdad?

En este tramo, aguas arriba del puente de Manzaneda (finca experimental de plantas de la Junta de CyL), el Torío no se parece en nada a lo que un día fue.

Este lugar era un tramo de corrientes de aguas bien oxigenadas donde las truchas se sentían a gusto y los pescadores también.

Este sendero polvoriento fue en su día un brazo del río donde desovaban las truchas salvajes de gran tamaño y serbia también de refugio para los peces en épocas de crecidas.

Sin embargo, ustedes deben saber que quienes les gobiernan se empeñan en canalizarles, o sea, en hacerles rectos empleando un modelo memo e ingenieril de alicatado a base de grandes piedras y hormigón, y así el caudal que ustedes deben soportar con las crecidas agarra tal velocidad endiablada que desmantela todo lo que pilla a su paso incluyendo el alicatado. El resultado final lo conoce usted mejor que nadie, un caudal perfecto que origina cambios radicales en sus vidas. ¿O no es cierto? En fin, que le voy a contar que usted no sepa.

Si pese a este despropósito de canalizarles, la arboleda y el soto se empeñan con el tiempo en volver a empadronarse en sus orillas ¿qué utilidad tiene cortarles de nuevo? ¡Ah claro! El ingeniero alicatero le estorba mucho esa vegetación aludiendo que cuando hay riadas arrastran ramas, leñas y árboles que pueden obstaculizar el cauce en algún atraganto de puentes y puertos, así que la solución es mondar sus orillas como si fueran ustedes naranjas. ¿Por qué siempre se tienen que hacer las cosas de una determinada manera? ¿Por qué no de otra?

Un buen ejemplo de restauración fluvial, río Esla. 

Mire querido Torío, estoy seguro de que si por estos gobernantes fuera, ya estarían todos ustedes emparedados con hormigón como el canal de los Payuelos. Y lo peor de todo río Torío, es que persisten en su empeño. Para ellos, ustedes no son más que un montón de agua que hay que doblegar y encauzar hasta la extenuación y el estiaje, sin reparar que existen otras alternativas más baratas y sobre todo mucho más ecológicas como las empalizadas trenzadas entre estacas de sauce vivo, ¡si hombre! Las clásicas sebes de toda la vida, las que se utilizan para delimitar las lindes de los prados y fincas.

Usted sabe muy bien querido río Torío que en poco o nada se parece a lo que un día fue. Siendo sincero y realista, es tal la transformación que ha sufrido en los últimos años, que será prácticamente imposible que algún día llegue a recuperar el pasado esplendor que tuvo en su día, y mire que lo siento.

Querido río Torío, si estos gobernantes se dieran cuenta de las injusticias que están cometiendo con ustedes y apostaran de una vez por todas por una política seria de restauración fluvial, capaz de paralizar y revertir estos procesos de degradación recuperando zonas alteradas y permitiendo restituir en parte la variedad de ambientes originales, quizás entonces volveríamos a disfrutar de su pasado esplendor.

Mientras tanto, y a pesar del maltrato que a diario tienen ustedes que soportar, confío en usted río Torío, confío en su capacidad regeneradora de vida, para que al menos sigamos disfrutando en parte de su belleza y de sus truchas.

¡Nos vemos! Un buen caudal para el 2023.

Posdata

Cuando el hombre interviene en el medio natural modificándolo, este medio deja de ser "natural" para convertirse simplemente en otra cosa. La intervención humana en el medio natural durante los últimos digamos cincuenta años, incluso tal vez algo antes, ha sido y sigue siendo una verdadera catástrofe para nuestros ríos que no han sido capaces de soportar esta intromisión que los ha degradado hasta unos límites de los que no somos capaces todavía de evaluar las consecuencias.

De este mundo que Dios nos entregó y que tardó seis días en crearlo, no sabemos si se llegó a realizar un acta notarial de recepción acompañada de un contrato de mantenimiento, pero si somos conscientes de que se encuentra en una situación muy diferente a como fue concebido.

Mantener es por encima de todo conservar, y existe un mantenimiento preventivo y otro correctivo; el primero para evitar que las cosas se estropeen y el segundo para repararlas de forma inmediata una vez estropeadas dejándolas en lo posible como estaban antes. Pero el hombre, en este caso los políticos, no hacen ni una cosa ni otra, simplemente utilizan los ríos que son de todos en su propio provecho.

La Consejería de Medio Ambiente, que debería llamarse "consejería de mal ambiente", como empresa de mantenimiento y conservación de nuestros ríos y montes, es un verdadero desastre, y ante esta situación no sería extraño que cualquier día la naturaleza deje de renovarnos el contrato y el mundo tal como lo conocemos hoy se vuelva inhabitable. 

Comentarios

  1. Muy bien dicho.es lamentable que el conocimiento y recursos disponibles que se siga destrozando en vez de mejorar y recuperar....en fin tuve la suerte de ver la naturaleza natural como Dios manda.Ahora los que mandan quieren convertir todo en algo artificial es decir en lo natural y que nunca perdurararia los milenios y milenios que la naturaleza por si sola ha conseguido.Gracias por recordarnos/les.Un cordial saludo Alberto

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares