El glorioso sufrimiento de un pescador de reos.

Reo o trucha marina (Salmo trutta trutta).

El solo hecho de oír la palabra reo despierta algo muy profundo en la mente de muchos pescadores con mosca. Estos peces rondan en los confines de nuestro cerebro como hermosas e inalcanzables sirenas. Cuando un pescador se contagia del reo, el pez se convierte en una obsesión: se habla de él, se sueña con él, se le persigue sin descanso, aunque para ello tengamos que recorrer centenares de kilómetros. Se planifican vacaciones en función de la mejor época de pesca, se pierden días de baja por enfermedad y las esposas o novias se quedan solas sin entender nada, todo por un pez. La pregunta es ¿por qué? ¿Qué impulsa a tantos de nosotros a dejar nuestros maravillosos ríos leoneses para adentrarnos en los asturianos y gallegos en busca de este emblemático pez de río y mar? Tal vez ni siquiera lo sepamos.

Podemos llamarlo desafío o misterio, sin embargo, el amor por este pez es la principal motivación que está detrás de cada pescador de reos. Nos preocupamos por estos peces, y cada vez que capturamos y liberamos uno, le deseamos la mejor y larga estancia en el río que le vio nacer. Sin embargo, debemos preguntarnos si simplemente liberando estos peces es suficiente. Ser un pescador de reos significa sacrificar tiempo y dinero e incluso matrimonios y noviazgos, pero ¿nuestra obsesión por estas hermosas criaturas significa que estamos dispuestos si fuera preciso a sacrificar su pesca por bien de la especie?

Pero… ¿Quién es el misterioso reo, en que ríos se encuentra y como se pesca? 
El reo es un pez hermoso, desconfiado y luchador hasta límites inverosímiles que hace las delicias del pescador más exigente. El reo es frecuente en Galicia y Asturias, siendo muy raro en Cantabria y País Vasco. Entre las diferentes técnicas de pesca destaca la mosca, que alcanza su máxima eficacia pescando con buldó a la hora del sereno. La pesca del reo con sedal pesado es una de las experiencias más apasionantes que un pescador con mosca puede vivir, aunque todos los que la hemos practicado alguna vez sabemos las dificultades que conlleva su pesca por la extraña desconfianza del pez a la mosca seca.

¿Cuándo es la mejor época para pescar reos a mosca? 

Los reos remontan los ríos desde finales de abril hasta agosto y septiembre. Dicen los ribereños expertos que, si estuviese permitido, el mes de septiembre sería el mejor. Durante los meses de mayo y junio, la mayoría de los reos se reparten por las zonas bajas de los ríos, aunque ya a partir de julio se pueden encontrar importantes concentraciones río a dentro. A principios de temporada, recién llegados del mar, los reos están de mal humor, por lo que se hace difícil engañar alguno, sin embargo, los pescadores de reos siempre están ahí, hora tras hora, día tras día, semana tras semana y año tras año, viven en la emocionante miseria que es la pesca del reo en esta época.

Se cuentan con frecuencia leyendas de franceses, grandes pecadores con mosca seca, que en el pasado hacían increíbles pescatas de reos en los ríos asturianos con esta técnica. Hoy, sin embargo, las cosas son bien distintas, porque aparte del progresivo deterioro de los ríos y la escasez de entrada de reos, los que lo intentamos año tras año hemos tenido en contadas ocasiones alguna buena jornada, los rechazos a la mosca pueden ser tan constantes como nunca ocurriría pescando truchas.

Estas criaturas caprichosas vienen a los ríos con una sola cosa en mente, desovar, por lo que rara vez comen mientras se preparan para tal fin. Sin embargo, los pescadores de reos siempre esperamos que lo hagan y esa esperanza nos impulsa a recorrer muchos kilómetros en coche y luego caminar hasta el río para posiblemente no ver un solo pez en todo el día.

Cuando finalmente logras que un reo tome tu mosca, sientes que ganaste un trofeo codiciado pero perturbador. Por supuesto, engañar a un reo es solo la mitad de la batalla y una vez que lo has logrado te sientes al borde del pánico, preguntándote que más puede salir mal. Son esos momentos de incertidumbre, yo diría de pavor por lo que nos gusta tanto su pesca. Nada lucha como un reo plateado y cromado recién entrado del mar. Es como colgar tu mosca de un puente sobre una carretera y enganchar a un camión que pasa a toda velocidad. Tu carrete grita, tu caña casi se te arranca de las manos y lejos, en algún lugar río abajo, un pez plateado salta en el aire con tu mosca atrapada en su boca.

La pesca del reo puede ser una de las pocas actividades de pesca en la que un pez clavado y perdido todavía se siente como un logro. Pero si bien podemos celebrar haber perdido una batalla con estos magníficos peces, perder la guerra por su supervivencia es impensable. La pesca del reo moderna es una paradoja. Dedicamos incontables horas a intentar capturar estos peces, sin embargo, si los dejáramos tranquilos, ¿habría más? Entre las represas, los criaderos de peces, el aumento de las temperaturas de los océanos, el progresivo deterioro de los ríos, la contaminación de las aguas fluviales y la pesca furtiva, los reos están desapareciendo lentamente, lo que hace que el pescador deportivo pase más tiempo en el río para capturar un solo pez. Esto hace que el futuro de la pesca del reo sea una perspectiva aterradora: si el pez desaparece, ¿que significará ser pescador de reos?

Tal vez la palabra pescador de reos se convierta en una insignia de honor. Son los pescadores deportivos que aman la pesca de este pez los que actualmente luchan por su supervivencia, ¿serán estos mismos pescadores los que derriben represas y criaderos de peces, quienes aboguen por su protección restaurando los ecosistemas fluviales y, si fuera necesario, incluso dejen de pescarlos? Todos o casi todos los pescadores deportivos de reos aceptan esto, sabiendo que incluso cuando practicamos correctamente la captura y suelta, nuestro acoso a una población en disminución hace más daño que bien.

Si realmente amamos este pez y su pesca, deberíamos dejar de pescarlo en ciertos lugares, tal vez en todas partes. Pero entonces, si no podemos pescar reos, ¿qué sentido tiene intentar salvarlos? Tenemos que pensar a largo plazo y priorizar el futuro sobre el presente. Como los ancianos que plantan árboles cuya sombra nunca les dará descanso, es posible que tengamos que sacrificar nuestra propia satisfacción para que las generaciones futuras sigan teniendo reos en los ríos y conozcan la pesca de este emblemático pez.

Para mí todo suma: horas de carretera para encontrarme con este pez, frustraciones, dudas, dinero… todo llega a su punto álgido en un momento. Esos momentos en los que estoy con el agua hasta la cintura, sosteniendo un pez que ha viajado quizás miles de kilómetros. Un reo es un pez que emprendió un viaje fantástico para desovar en el río que le vio nacer, atravesando la vasta oscuridad del mar en solitario, eludiendo depredadores y saltando cascadas. De alguna manera, este pez vio mi pequeña mosca flotando en su vasto mundo y decidió atraparla. El pez está compartiendo un breve momento de su saga épica conmigo, y es ese instante el que me hace volver año tras año a su encuentro.

Si tuviera que dejar de pescar reos para salvar la especie y garantizar que las generaciones futuras pudieran disfrutar de sus propias experiencias con este maravilloso pez, lo haría, a regañadientes, pero lo haría con gusto, me dolería, pero tendría más tiempo para enseñar a otros pescadores por qué los reos son tan importantes. El enigma del reo no se resuelve simplemente capturando y soltando al pez, sino queriendo compartir sus valores deportivos con los demás.

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