¿Cómo encontrar el equilibrio adecuado en la pesca con mosca?
Los pescadores con mosca generalmente se dividen en dos grupos. Por un lado, están los que priorizan los resultados, o sea, las personas que quieren pescar tantos peces como sea posible, y por otro están los pescadores menos interesados en el número de capturas y más en disfrutar de la experiencia de la pesca. Este último grupo de pescadores no parece gravitar hacia técnicas más productivas como puede ser la pesca con ninfa "estilo europeo", o la pesca "al hilo", y dado que estas dos técnicas se pueden practicar sin la necesidad de emplear una línea de mosca, pues funcionan igualmente bien cuando pescamos en corto, y dado que realmente no lanzamos una línea, no siempre la sienten como si estuvieran pescando con mosca.
En lo personal, tiendo a encuadrarme dentro de los dos grupos, todo depende del día, del río y del estado de ánimo en que me encuentre. Sin embargo, me encanta pescar con mosca seca y hacer lances con mi línea de mosca. El lanzamiento es la verdadera esencia de la pesca con mosca y por ende de nuestro deporte, y cualquier técnica que haga que la línea de mosca y el lanzamiento sean opcionales, será muy, pero que muy inferior en mi lista de opciones preferidas. En cualquier caso, no puedo evitar reflexionar sobre el hecho de que cada pescador tiene sus prioridades y que esas prioridades invariablemente impactarán en la forma de pescar y de entender la pesca.
Algunos ejemplos
A lo largo de los años, he tenido la suerte de conocer pescadores realmente increíbles, y la mayoría de ellos sabían exactamente lo que querían cuando se ponían el vadeador y agarraban sus cañas. Algunos buscaban la soledad para escapar del ajetreo y el bullicio que les infundía la vida diaria, experimentando en la naturaleza un respiro muy necesario de la abrumadora cacofonía de la existencia moderna. Para estos pescadores, la naturaleza en estado puro era un bálsamo para la vista y la mente, mientras que la soledad era un camino seguro hacia la cordura y la buena salud.
Conocí otro pescador compañero nuestro que le llamábamos "el de los números". Empezaba temprano y se quedaba hasta tarde pescando. Leia las posturas del río como si fueran textos sagrados y lanzaba sus moscas por el vacio con la fe ciega de un converso. Cuando las truchas estaban activas, vadeaba todo el día sin parar y rara vez se detenía, siempre estaba en una carrera constante para ver cuantos peces podía llevar a la sacadera. Para él, la pesca era un cálculo, una ecuación matemática. Era un investigador de nuevas estrategias y un científico en el agua. Llevaba un cronómetro para mantener la cuenta de las truchas que capturaba y el recuento diario de peces capturados, era lo que le motivaba para seguir pescando.
Nuestro compañero, aunque una gran persona, no era fácil de tratar, no se tomaba un descanso ni para echar un trago. ¡Nunca se rendía, y cuando el día se torcía, no tenía ningún reparo en coger el coche y trasladarse a otro río para seguir pescando con nuevas moscas. ¡Ho sí! Las moscas... nuestro amigo llevaba todos los bolsillos del chaleco repletos de cajas de moscas, todas llenas de patrones alineados como soldados dispuestos para el combate esperando su llamada a la acción. Muchas de las moscas y ninfas tenían la misma silueta con alguna variante, como por ejemplo una cola de faisán brincada con hilo de cobre, la misma cola de faisan brincada con hilo oro, o con una bufanda flúor rojo, etc. Tener tantas opciones le mantenía entretenido durante el tiempo en que las truchas ignoraban sus moscas, porque para él, siempre había una razón para creer con cada cambio de mosca, una nueva esperanza, una nueva oportunidad.
Los pescadores como nuestro amigo, tienen una historia de amor con la eficiencia y la convierten en una forma de arte, no solo en un problema de matemáticas. La eficiencia es una manera de minimizar el movimiento. Es un modo de saber que debería funcionar mejor, y es un plan para lograrlo. Nuestro compañero llevaba una cuenta precisa, no solamente de peces, sino también de todo lo relacionado con el mundo de la pesca con mosca, era un libro abierto en cuestiones de entomología, estaba al día en todo, desde nuevos materiales para el montaje de artificiales, hasta los últimos modelos de cañas y carretes. Y aunque parezca un poco exagerado, era la manera en que disfrutaba de la pesca.
Para nosotros, no había nada de malo en su manera particular de entender la pesca, lo único que a veces olvidaba que el resto de compañeros no nos importaba el conteo, ya que era normal para el darnos los resultados de la jornada de pesca sin que nosotros lo solicitáramos. Otras veces nos decía, "ayer estuve pescando en tal o cual coto y pesqué 64 truchas" y se me escaparon otras tantas.
Créeme, no hay nada peor que pescar con un compañero que no solo realiza un seguimiento exhaustivo de sus capturas, sino que también lleva una hoja de recuento por cada jornada de pesca, y además te dice como tienes que acercarte a las truchas y que mosca debes presentarlas, pero enfín, que íbamos hacer, nuestro compañero era un amigo entrañable.
Los números abren la puerta a las competiciones, y aunque esforzarse por superar a los demás puede ser un instinto humano valioso, es irritante en el río. Nuestro compañero fue durante un tiempo un pescador de competición, y ahí fue donde aprendió muchas de las técnicas más productivas para capturar el mayor número de peces, pero "el chico de los números" abandonó la competición, decidió pasar el resto de su vida pescando todo el tiempo a su manera en lugar de llevar la cuenta de los demás competidores esperando a que el cronómetro comenzara y terminara su sesión. Se dio cuenta de que podía pescar aún más peces sin estar restringido por las reglas de las competiciones. Pensó que era libre de pescar donde quisiera, cuando quisiera y a la hora que quisiera. Creyó que así podría disfrutar más de la naturaleza que le rodeaba y de sus compañeros de pesca. Acabó con la obsesión diaria de conseguir la excelencia, de llegar algún día a ser un pescador de élite, acabó con todos esos prejuicios que le generaban tanta ansiedad en lugar de satisfacción. Ahora, el disfrute que obtiene de la pesca no proviene realmente de las capturas, en cambio, ahora disfruta la belleza natural que le rodea, del ritmo de sus lances, del río, de sus compañeros de pesca, y de la emoción de vivir completamente el momento. Nada se entrometre; ni su trabajo ni sus finanzas ni la familia. La vida así es perfecta para el.
También conocí otro pescador que buscaba fundamentalmente compañía. Hay momentos en que la buena compañía es necesaria y gratificante. Los humanos somos una especie sociable, y el simple hecho de compartir nuestro tiempo en el agua, tiene un impacto profundo en nosotros. Cuando pescamos con amigos, el mundo que nos rodea se ve de otra manera, se ve más claramente y tenemos la opción de compartir nuestros pensamientos y vivencias con personas que realmente nos agradan y respetamos. Hay muy pocas cosas más agradables que pasar un día de pesca con amigos.
Luego están las emociones inherentes a nuestro deporte. Alguno de nosotros nos sentimos atraídos por el hecho de vivir la pesca al filo de lo imposible, ya sea vadeando fuertes corrientes y tablas profundas que la mayoría de pescadores consideran demasiado peligrosas. A veces cruzando barrancos profundos o descrestando peñas por valles encañonados. Un poco de adrenalina invariablemente nos hace sentir más vivos y desterrar lo mundano recargando nuestras baterías mentales y emocionales.
A lo largo de los años he conocido otros pescadores que buscaban la belleza del paisaje más que la pesca en sí. Estos pescadores encontraban que el esplendor llamativo del mundo natural, superaba incluso a los mejores en arte, literatura o música. A veces era un cielo pintado de colores indescriptibles, otras veces eran los riscos dentados de una montaña definiendo un horizonte lejano, un monte de robles vestido de oro otoñal, o un milano suspendido sobre el más ligero de los céfiros vespertinos. Cualquiera que sea las formas que adopte la naturaleza, es difícil discutir lo que alguien dijo una vez: "Para la mente torpe, la naturaleza es plomiza. Para la mente iluminada, el mundo entero arde y brilla con luz".
He conocido muchos pescadores apasionados por la pesca que abandonaron este deporte, tal vez por otros intereses o responsabilidades, o simplemente se cansaron de vadear ríos. Es natural a lo largo de la vida pasar por diferentes fases. Estos compañeros probablemente concibieron el deporte de la pesca como un pasatiempo más, donde el interés iba decreciendo a medida que las truchas iban menguando.
Me entristece ver como algunos compañeros poco a poco han ido dejando la pesca, y cuando me encuentro con alguno me dice que... "solía pescar mucho", con un tono de pesar en sus palabras.
No estoy aquí para dar consejos a nadie de su vida, cada cual es libre de elegir los caminos que le lleven a la felicidad, pero sé lo que me ha dado este deporte de la pesca con mosca. Durante más de cincuenta años, he tenido un propósito maravilloso, desafíos interminables y una razón para caminar por senderos y vadear ríos con la suficiente frecuencia como para considerarlos mi casa. Veo lo que ha hecho por mí una vida dedicada a la pesca, lo que ha hecho por mis relaciones con amigos y familiares.
Para cualquier pescador, la pesca deportiva le otorga una conexión con el mundo natural, y estas cosas no se deben perder por nada del mundo. La pesca puede ser tan grande como tu quieras que sea, y tal vez pasar la vida pescando es una buena manera de vivir y de llegar a disfrutar plenamente de la vida.
Y finalmente está el acto de pescar en sí mismo. Para muchos pescadores, el lanzamiento de la mosca bien hecho, les ayuda a deslizarse hacia una meditación en movimiento real. Agrega a esto el canto relajante y natural de los pájaros que nos encontramos en el río, la belleza de los paisajes donde nos llevan las truchas que perseguimos, el aire puro y limpio que respiramos, la contemplación del renacer de las plantas y flores con la explosión de la primavera, laderas floridas y bosques verdes, el ajetreo de los animales en verano, la suavidad y plasticidad del otoño, montañas nevadas y hermosos pueblos cargados de historias y del encanto particular que con nuestra mirada subjetiva disfrutamos. A todo esto, súmale la experiencia de estar en medio de la corriente hasta los muslos en aguas limpias y vivificantes, y nuestro deporte puede rayar en lo sublime.
Dado que siempre he buscado el equilibrio en mi vida, también he tratado de buscarlo en la pesca. A veces, la belleza que me rodea y la soledad es lo más destacado de un día de pesca, otras veces es la emoción y el compañerismo, sin embargo, otras muchas es intentar llevar el mayor número de truchas a la red compitiendo conmigo mismo. Independientemente de la pesca, casi siempre estoy buscando algo además de peces.
Engañar truchas amigo pescador es siempre mágico, pero solamente es representativo de algo mucho más grande. El pescador con mosca es un amante de la naturaleza, pura y simplemente, y tiene una verdadera y justa apreciación de su lado poético, aunque le falte la habilidad del artista para dibujar sus bellezas, o el genio del poeta para describirlas. La pesca con mosca es, de hecho, la poesia de la pesca con caña.
¿Si alguna vez te preguntas que es lo que realmente te hace feliz de la pesca, la respuesta no debería ser demasiado difícil, no crees?
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