Acabamos de pasar el equinoccio de otoño, para mí eso significa una cosa: mis cuatro semanas de pesca favoritas del año. Siempre me encanta pescar en otoño. Es una pena que sea un tiempo tan fugaz, deberían prolongar la pesca al menos hasta noviembre.
Seré el primero en admitirlo... el otoño me pone un poco melancólico, sin embargo, es una época inspiradora para pescar con mosca, y con caudales más bajos, menos gente y la oportunidad de igualar eclosiones fiables, podría ser, sinceramente, la mejor época del año para pescar con mosca seca.
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De camino a mi tramo favorito donde espero finalizar la temporada con alguna captura.
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| No hay nada comparable para un pescador con mosca seca finalizar la temporada en un tramo tan bello como este, con una buena eclosión de ignitas y truchas cebándose a solo seis metros. |
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Un tramo con truchas mayoritariamente pequeñas pero peleonas.
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"Hay días en que una luz invisible brilla y todo lo que puedes hacer es bajar la cabeza y dar gracias a las truchas por estos momentos tan maravillosos que pasamos con este pez. Te llevas las manos a la cabeza y el mundo entero parece sonreir".
El aire esta mañana está quieto, la temperatura es demasido alta de lo que cabría esperar para este mes de octubre. El rocío matutino se desvanece lentamente cuando saco la caña de su funda de tela roja. Ahora, con el sol más alto, las hojas de los chopos parecen brillar más. Las orillas llenas de color y un cielo azul infinito complementan la mañana dorada.
Al borde del camino de concentración, sale un estrecho sendero que serpentea junto al río. Gotas de agua brillan en las telarañas tejidas entre
agracejos y
rosales silvestres. Algunas zarzas de aguijones curvados como garfios parecen estirarse para agarrar las mangas de mi camisa mientras camino por el sendero que conduce al tramo donde quiero finalizar la temporada.
Mientras camino siguiendo los contornos del río, voy escuchando el tic-tac de las hojas cuando caen a través de las ramas revoloteando para posarse suavemente entre la hierba veraniega ahora de color paja. A lo largo del estrecho sendero, me saludan un par de
carboneros que vuelan de árbol en árbol y de rama en rama con un ¡chi-chi-pán! ¡Chi-chi-pán! Más adelante, un
zarcero gruñón reclama con sus gruñidos su enfado cuando me ve, no le hago caso y sigo con paso firme pero sin prisa. Las margaritas y los claveles amarillos se han marchitado, su sencilla belleza quedaran en el recuerdo hata la próxima temporada.
A medida que me acerco al tramo, volutas de vapor se deslizan sobre la superficie del agua. Un
arrendajo azul muy ruidoso grita desde más allá de la otra orilla, otro responde, luego otro y otro más, los gritos se disipan a medida que el rebaño se adentra más en la espesura del monte. Un dulce perfume se eleva de las
clemátides otoñales con sus pequeñas y delicadas flores blancas entrelazadas con la hierba alta que aún brillan con el rocío.
De uno de mis bolsillos del chaleco saco una caja pequeña de moscas y miro los diferentes patrones que hay dentro. A diferencia de las truchas de otros tramos dispuestas casi siempre a tomar la primera mosca que se las presente razonablemente bien, las de este requieren imitaciones muy parecidas al insecto del día para apelar a su naturaleza neofóbica.
Elijo para pescar al agua una
hormiga negra montada en paracaídas de tamaño 16 con
pluma grizzly mezclada con rubión para las alas y un poste de cola de becerro blanco. La pluma grizzly con el rubión en paracaídas mantendrán el patrón a flote sobre las aguas rápidas más turbulentas. El poste de cola de becerro blanco, hará que el patrón sea fácil de seguir en las sombras, mientras que las barbas de
dubbing de topo negras envueltas alrededor de la tija del anzuelo estarán lo suficientemente «descarriladas» como para interesar a cualquier pez que aún tenga ganas de mirar hacia arriba en este último día de la temporada.
La caña que voy a utilizar hoy es una
SAGE de graphito III, 8,6” peso # 4. A esta caña la tengo un cariño especial por lo bien que se ha portado durante los últimos cuarenta años, tiempo que me ha acompañado por todo tipo de ríos y situaciones. Fue construida por los
hermanos Jin y Don Green en la década de los ochenta, asesorados por
Jorge Anderson, gerente de una tienda de pesca y guía profesional en Livingston (Montana). Es sin duda una de las mejores
cañas de mosca de todos los tiempos, la herramienta perfecta para lanzar pequeñas moscas y hacer presentaciones delicadas y precisas, lo ideal para nuestros ríos leoneses. Luis Antúnez, padre de la pesca con mosca en España y conocedor como nadie de nuestros ríos, fue quien me aconsejo que la comprara. Un acierto total, nada que ver con las cañas de ahora.
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| Mi caña favorita para pescar con pequeñas moscas donde la presentación y la precisión son factores determinantes. Modelo SAGE, Grafito III, 8,6" peso #4. |
Durante las próximas horas lanzo la hormiga en pequeñas y suaves corrientes, a lo largo del borde de las orillas, bajo la arboleda, delante y detrás de las piedras que sobresalen de la superficie del agua, delante y detrás de las ramas caídas, y sobre cualquier postura que pueda albergar algún pez dispuesto a subir. A ratos pongo una
ninfa perdigón verde-aceituna con bufanda flúor rojo del #16 y bola 2,5 cobre, sobre todo cuando me encuentro con posturas propicias para pescar a ninfa. También pruebo con un
tricoptero Flor de Escoba, un tricoptero difícilmente rechazable por las truchas en esta época.
Después de dos horas pescando al agua,
la hormiga de cola de becerro,
el tricoptero Flor de Escoba y
el perdigón aceituna no han funcionado como yo esperaba, tan solo he capturado una trucha con la hormiga y otra con el tricoptero. Es muy fácil de entender, al menos así lo creo yo. Las truchas han estado esperando la eclosión de unas pequeñas
efímeras olivas que se viene produciendo desde que el pantano cerró las compuertas.
Normalmente, estas pequeñas olivas suelen eclosionar a partir de las tres de la tarde, pero también se puede adelantar o retrasar la eclosión según las condiciones climáticas. Las emergencias pueden durar unos pocos minutos, con pocos ejemplares y prácticamente nula actividad de las truchas, a durar dos horas o más, incluso hasta bien entrada la tarde, con muchos ejemplares y mucho movimiento de peces, como me sucedió ami hoy. Así que para ser el último día de la temporada me vino Dios a ver. La hormiga y el resto de artificiales deberán esperar su oportunidad la próxima temporada.
Por primera vez desde hace varias temporada me quedo asombrado por la cantidad de ignitas emergiendo y de truchas cebándose. No puedo contar las cebas porque la más cercana me obliga a lanzar la pequeña oliva sobre ella. Es una pequeña trucha que se mueve de un lado a otro constantemente. La mosca cae algo desviada, la trucha no reacciona y la corriente arrastra el engaño. ¿Perdí la ocasión? ¿Tal vez me equivoque de mosca? El pez sigue con su festín de ignitas y al segundo lance, este más ajustado, la pequeña trucha sube franca a la mosca. Intenta alcanzar la orilla, pero yo no la dejo y pronto termina en la red. Es la primera de un día mágico que recordaré por mucho tiempo. Sonrio para mis adentros, pienso que llegó la hora del desquite de una más que triste temporada en cuanto a números de capturas.
Todos los esfuerzos por llevar a la sacadera el mayor número de truchas han sido recompensados. No sé cuantas, pero debieron ser dieciocho o veinte, y las que hay que sumar unas cuantas más que se soltaron, una locura, vamos. Todas pequeñas de entre 20 y 24 centímetros, menos dos que dieron la talla, la de la fotografía y otra más. Todas engañadas durante la eclosión de
La Serratella ignita (La Efemera oliva) con una mosca
clásica emergente oliva del # 18.
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| Efemera oliva con exhuvia # 18. Pluma cuello de gallo Indio Acerado Claro y seda verde oliva. |
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| Efemera oliva con exhuvia #18. Pluma Indio Acerado medio y seda verde oliva. |
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| Efemera oliva. Montaje clásico con exhuvia. #18 |
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| Una de las truchas que dio la talla, engañada con una mosca clásica emergente oliva del #18, una imitación del insecto que en esos momentos estaba eclosionando. |
Mis piernas ya no son lo que eran, cada temporada que pasa se quejan más del esfuerzo a que las someto. Después de cuatro horas vadeando el río, los resbalones son constantes. En un descuido pierdo el equilibrio al tropezar con una raíz oculta bajo el agua, en ese momento decido que es hora de terminar el día y la temporada.
El reloj marca las cinco de la tarde, la eclosión ha terminado tan repentinamente como llegó y las cebadas también. A mis espaldas, el resplandeciente astro dorado se desvanece lentamente, aunque la sensación de verano todavía está presente. A punto de salir del río, siento más que veo una perturbación extraña en una franja de aguas lentas en la otra orilla. ¿Fue una subida, o tal vez el blanco de unas fauces tragándose una ninfa? En la postura de no más de medio metro de ancha, el pez (si eso fue lo que provocó la perturbación), está bien protegida por las ramas de la arboleda que se extienden por toda la orilla a centímetros de la superficie del agua.
Después de un solo lanzamiento hacia atrás, cuatro metros de línea se despliegan sobre la superficie del agua. La pequeña oliva revolotea hacia abajo, a unos pocos centímetros de la orilla, donde una suave corriente lleva la combinación de plumas y sedas a lo largo de un conjunto de aguas poco profundas antes de entrar en la postura.
Me despido de esta temporada sin lágrimas, por un lado, ni lamentos por otro. Es un momento fugaz que se siente en la piel, un momento en el que la brisa fresca del atardecer te susurra, que es hora de dejar tranquilo al río y sus truchas por un tiempo. Un momento en el que sabemos que los días lluviosos y fríos de noviembre amenazan con envolvernos de nuevo entre viejas memorias y nuevas nostalgias, para dar paso a una retahíla infinita de tonos y grises que nos encogen por dentro. Sin embargo, la gran fiesta del otoño aún está por llegar, una belleza desgarradora de colores amarillos, dorados, rojizos y vermejos que ahora solo insinúan, pero que pronto llegarán.
Algunos videos cortos del último día de la temporada 2025. Un día maravilloso de pesca con mosca seca.
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