Amor por el río

Río Torío.
Me considero pescador con mosca y soy un enamorado de nuestros ríos, especialmente de los ríos no regulados por pantano, los que yo llamo ríos naturales, ríos que discurren en su mayoría por valles entre montañas, montes de hayas y robles y praderíos, sin ninguna o muy poca alteración en sus cursos. Me encantan esos ríos, es… no sé, a veces pienso que la pesca es una excusa para estar en estos ríos en contacto con la naturaleza.

El río me produce una conexión muy grande con el entorno natural, y esa conexión realmente va más allá de engañar truchas, porque te hace conectar contigo mismo, con lo que tú eres realmente. Por lo tanto… sí, los ríos son importantes para mí, y bueno, a lo largo de los años pescando, he desarrollado un gran amor por ellos.

Yo conocí el río de muy pequeño, a la edad de cuatro o cinco años, cuando mi madre nos llevaba a mi hermano y a mí a darnos un chapuzón en las aguas del Torío de donde ella era ribereña. Y es curioso, porque ya desde entonces me enganché profundamente a todo lo que tenía que ver con los ríos. Más tarde, a la edad ocho o diez años, estar en el río con una caña de vidrio, un corcho como indicador de picada y un saltamontes insertado en el anzuelo, pescando peces era muy importante para mí, me aportaba mucho, me enriquecía mucho. Naturalmente, aquellos años los ríos estaban llenos de vida.

Luego, ya como pescador de cesta en bandolera, tuve la ocasión de entrar en contacto con AEMS (Ríos con Vida), una ONG de carácter medioambiental que se dedicaba al cuidado de los ecosistemas fluviales a través de una pesca sostenible totalmente respetuosa con el medio ambiente, una filosofía que en parte yo no compartía en aquel momento. No entendía por qué tenía que devolver las truchas al agua con la cantidad de peces que había en el río.

“Ríos con Vida” no solamente se dedicaba al cuidado de los ecosistemas fluviales, sino también a difundir los valores medioambientales del río, e incluso acciones para prevenir futuros daños a los ríos, como pudieran ser obras hidráulicas en lugares sensibles, etc. Esta ONG me cambió la forma de ver y de pescar el río, digamos que me dio un avance grande en mi conocimiento del ecosistema fluvial, y sobre todo de entender por qué era beneficioso para el río devolver los peces una vez engañados.

Río Yuso

Río Luna

Río Duerna

Río Duerna

Río Omaña

Un río amigo lector es un ecosistema complejo y delicado. Es muy sensible a daños externos como la contaminación, el cambio climático (incendios, sequías prolongadas, etc.) o la intervención del hombre en su curso, (presas, represas, azudes, etc.), aparte de la extracción de áridos y otras intervenciones. Los diferentes componentes del río están totalmente interconectados, lo que se denomina cadena trófica, y el río en sí, está conectado con el entorno que le rodea: montañas, bosques, praderíos, etc. 

Un entorno desprovisto de vegetación va a influir negativamente en el caudal del río, porque el agua de lluvia o de nieve no va a encontrar una masa forestal ni unos suelos vivos y ricos que van a actuar como esponjas reteniendo esa agua para luego, poco a poco, filtrarse hasta el subsuelo, hacia las aguas subterráneas que van a alimentar los ríos en verano.

Como ya dije anteriormente, soy un enamorado de los ríos naturales, y aquí, en la provincia de León, tenemos muchos, algunos en buen estado de conservación, en gran medida debido a que no tienen ningún tipo de presas ni obras públicas que corten la conectividad longitudinal del río, de manera que puede fluir libremente con los sedimentos que transporta propios del entorno, y los peces pueden remontar en la época reproductiva. Por lo tanto, pescar un río natural, metido dentro del agua hasta las rodillas, rodeado de naturaleza, casi en su estado original, es realmente una maravilla, si además pescamos alguna trucha, estaremos rozando la excelencia.

Río Cea


Un heptagénido, propio de los ríos naturales de aguas limpias, bien oxigenadas.

En estos ríos naturales la pesca que más me gusta y práctico es “la pesca con mosca seca. Es una cuestión personal porque la mayoría de las veces no persigo pescar muchos peces, sino disfrutar de la pesca, ver subir la trucha a la mosca, o como reacciona ante una determinada presentación de la artificial. “La pesca con mosca seca” involucra el lance, la presentación de la mosca, y sobre todo el conocimiento de los insectos acuáticos y terrestres de un río, porque estamos usando una mosca artificial que en la mayoría de los casos la hemos montado nosotros mismos, y que imita un insecto natural según la época del año y el momento del día. Y créeme si te digo que en un solo día puede haber muchas eclosiones de insectos diferentes, la cuestión es dar con el insecto que las truchas prefieren y estén dispuestas a tomar. Por eso, esta técnica de “pesca con mosca seca” te exige tener un mínimo de conocimiento de estos insectos, de esta manera llegas a conocer mejor el funcionamiento del ecosistema fluvial que te permite una mayor conexión con el entorno en el que estás.

La verdad es que el valor principal que busco yo cuando voy a pescar un río de estas características es estar solo. Prefiero un tramo con poca trucha y ningún pescador que otro con mucha trucha, pero lleno de pescadores. Valoro mucho esa soledad, esa intimidad que me transmite el río cuando no hay nadie alrededor de mí. Somos muchos ya los que vemos el río, no de una manera extractivista, no como un lugar al que vamos a ver si sacamos unos peces para llenar el frigorífico o regalarlos a la vecina, sino como una manera de practicar nuestro deporte… como una manera de ocio, pero de un ocio en el sentido más profundo de la palabra, con un respeto hacia todo lo que te rodea.

El hecho de acudir al río de una manera recurrente, te hace comprender la importancia que tiene la conservación del mismo. Este cuidado del río tiene mucho que ver con la esencia de uno mismo. Yo lo que he observado como pescador, es que el contacto íntimo que te da el río con la naturaleza, el hecho de estar dentro del río con el agua por las rodillas, observando minuciosamente todo lo que sucede a tu alrededor, eso realmente es una especie de alimento del alma que te hace conectar contigo mismo, con tu ser auténtico, interno, real. Con lo cual es una terapia a un nivel muy profundo, es como que de alguna manera, cuando uno está enfermo y acude al médico para que le cure, el río te hace una especie de cuidado, de sanación espiritual. Yo al menos así lo entiendo, ¿y tú, que dices a todo esto? 

Puedes dejar un comentario para que los demás sepamos que piensas de todo esto. Estaremos todos muy agradecidos.

Heptagénido del Omaña y su imitación

Río Torío

Río Curueño. La mosca de la piedra en primer plano, y una imitación de pardón que en esos momentos preferían las truchas.

Cloeon dipterum, un insecto acuático que llegó a mi casa. Vete a saber tú de donde.

Dinocras cephalotes, “Mosca de la piedra” y su imitación.

Río Curueño. Hoces de Valdeteja.

Coto de pesca Duerna.

Un descanso en el acotado El Duerna. 

Preciosa trucha del acotado El Duerna.

Río Duerna, julio 2018. Tramo libre Inicio —La Omañuela.

Río bernesga

Río Silván.

Río Cabrera.

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